capítulo 2

18 2 0
                                    

Ya pasaban de las siete. Mi ropa mojada comenzaba a incomodar un poco, pero nada que no pueda soportar. Nunca me importaron esas cosas.
Siempre fui muy entregada a la vida.
Ya he cerrado tratos de cargas costosas y complicadas, poco probables para "una niña que juega con un carrito". Nunca sufrí accidentes, sin embargo, siempre me dolía cuando un animal cruzaba la calle y desafortunadamente no podía desviar el camión. No me gusta admitirlo, pero ya lloré por haber golpeado a un pequeño zorro.

Aquela chica era la chica más linda de toda Paraíba. Caminé siguiéndola, en cuanto me fijaba en cada detalle suyo. No conseguía dejar de mirarla. Abrió la puerta del auto antiguo, un D-20 golpeado, hermoso y desgastado. Decía algunas cosas que realmente me gustaría saber, solo que estaba demasiado impactada para eso.

¡PA!

La puerta del conductor se cerró con fuerza, causando un fuerte estruendo.

Intenté ser lo menos bruta posible en mi turno, pero la puerta realmente necesitaba de mucha fuerza para cerrarse.
Vitória colocó la llave en el switch de encendido y el motor no dió señales de vida, apenas aquel sonido de intento. Una, dos y tres veces. Ni me recargué en el respaldo para no mojar todavía más el carro. Cuando el motor decidió prender, solté una sonrisa de conmemoración y ahí estaba ella riendo para mí. La chica tenía una risa bonita.

—Hey, ¿tú manejas desde cuándo? Este carro parece tener unas pequeñas mañas que solo los dueños conocen para poder hacerlo funcionar -reí evaluando su reacción.

—Manejo desde antes de alcanzar los pedales del carro —ella rió también, era linda cómo la forma de sus ojos se arrugaban cuando sonreía.

—Ah, ¿sí? —recorríamos una calle de tierra, el exceso de lodo hizo que la velocidad del automóvil fuera muy baja. Nunca pensé que podría llover tanto por aquí.

—Hey, pero dime: ¿de dónde vienes?

—Vengo de lejos, venía con una máquina para la empresa en la que trabajas y, con toda esta lluvia, terminé atascada en medio de la nada. Tuve suerte de toparme con tu papá.

—¿Solita? —dijo estirando el brazo hasta alcanzar la radio del carro. Algunas teclas ya faltaban, como la del volumen. Sonó Bruno y Marrone, conocía esas voces a kilómetros.

—Yo y Dios —Sonreí, fallando en intentar no parecer una loca solitaria.

—Chica, ¡eres una condenada!

—No me ofenda, muchacha.

Los manantiales sangraron durante algunos tramos del camino, quien una vez dijo que el noreste era seco, nunca imaginó lo que mis ojos vieron ese día.

—Bueno, ¿y eso es una ofensa?

—Mi abuela solía decir que eso es algo que tiene algo que ver con lo malo -La chica se carcajeó tanto, que hasta reí con ella.
Hasta se veía más bonita cuando reía de esa manera.

—Pues aquí es alguien corajuda, inteligente y valiente. Una mujer como tú, viajando solita por este mundo es de admirar -dijo accionando una mayor velocidad en el parabrisas -. Mi casa es aquel puntito al final de lo que alcanzas a ver, estamos casi allá.

—Ni veo nada

La oscuridad reinaba, de no ser por las luces altas del carro que se parecían de hecho a un faro de tan potente. Al llegar a casa, rápidamente fuimos recibidas con dos toallas.

—Mamá, esta de aquí es Ana Clara. La conde... La dueña del camión que estábamos esperando. Sucede que con toda esta lluvia su carro se atascó.

—¿En dónde está tu papá? Dijo que iría a la misa con los muchachos y hasta ahora no ha venido.

—Papá no irá. Fue a buscar a los muchachos y todos van a cenar aquí después de que se desatasque el camión de Ana. ¡El tractor que ella trae es caro!

Cachinhos de Mel - TraducciónWhere stories live. Discover now