capítulo 18: (final).

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Me despierto con la luz del sol.

Ingresa por la ventana y me calienta la cara. Me doy la vuelta para buscar a Billie, pero su almohada se encuentra vacía.

Por un momento, temo que me haya dejado, o que alguien se la ha llevado.

Pero entonces escucho el tintineo de una taza y el sonido de sus movimientos.

Cierro los ojos con gratitud. Puedo oler la comida. Me doy la vuelta.

-Desayuno.--dice. Me arrastro fuera de la cama, sintiéndome consciente de la forma en que debo verme. Me peino el cabello con los dedos y me limpio los ojos. Billie está sentada en el escritorio, bebiendo café y escribiendo algo en un papel.

Saco una silla, me siento frente a ella y agarro una medialuna, metiendo mi cabello detrás de las orejas. No quiero comer, pero lo hago de todos modos. Ella quiere que estemos bien descansadas y alimentadas antes de que el reloj marque las once de la mañana. Pero mi estómago se halla lleno de nervios, pensando en cómo se sintió despertar sin recuerdos hace dos días. No quiero que vuelva a suceder. No me gustó entonces, y no me va a gustar esta vez.

Cada pocos segundos, ella alza la vista hacia mí y nuestras miradas quedan fijas en la otra antes de que regrese al trabajo. También parece nerviosa.

Después de la medialuna, como el tocino, luego los huevos, a continuación, una rosquilla. Termino el café de Billie, bebo mi jugo de naranja, y aparto mi silla de la mesa. Ella sonríe y se palmea el lado de la boca. Alzo la mano y limpio las migajas de mi cara, sintiendo que el calor sube por mis mejillas. Sin embargo, no se ríe de mí. Lo sé.

Me entrega un cepillo de dientes que sigue empaquetado y me sigue hasta el baño. Nos cepillamos los dientes juntas, mirándonos la una a la otra en el espejo. Su pelo está ondulado en los extremos, y el mío, enredado. Es un poco cómico. No puedo creer que me encuentre en la misma habitación que la chica de mis sueños.

Se siente irreal.

Miro el reloj cuando dejamos el cuarto de baño. Tenemos diez minutos para irnos. Billie ya tiene listas sus notas, al igual que yo. Las dejamos en la cama para que todo quede a nuestro alrededor. Todo lo que sabemos está aquí. Esta vez va a ser diferente. Estamos juntas. Tenemos a Finneas. Vamos a resolver esto.

Nos sentamos, una frente a la otra en la cama, tocándonos las rodillas. Desde donde nos encontramos, veo las letras rojas de la alarma del reloj cambiar a 10:59.

Un minuto. Mi corazón se acelera.

Tengo mucho miedo.

Comienzo la cuenta regresiva en la cabeza. 59... 58... 57... 56...

Cuento hasta los treinta, y Billie se inclina hacia adelante de repente. Sus manos acunan mi cara. Puedo olerla; siento su aliento en mis labios.

Pierdo la cuenta. No tengo ni idea de con cuál segundo se supone que debo seguir.

-Nunca, nunca.--susurra. Su calidez, sus labios, sus manos.

Aprieta la boca contra la mía y me besa profundamente y yo...

Continuará...

Jamais, jamais (II)Where stories live. Discover now