Capítulo 1: La Sonrisa

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Pueblo nuevo; nuevas oportunidades.

Así lo veía Vegetta, era curioso lo rápido qué sé había enamorado de aquel lugar.

Era un pueblo pequeño, pero con trabajo y ezfuerzo, mejoraría de a poco, estaba seguro de eso.

Sus compañeros ya se habían separado de el, y buscaban un buen lugar donde ubicarse, el debía hacer lo mismo, no quería alejarse mucho del pueblo, por lo que busco un lugar cercano.

No tardo demasiado en encontrarlo, era una pequeña montaña, que daba por detrás a mar abierto, era perfecto para el, la montaña sería la base, y después empezaría a subir, literalmente.

Miro la montaña, tendría que alisar la parte delantera, y formarla para dar las bases correctas de la isla.

Sin embargo, escucho un sollozo cercano.

Eso lo sobresalto, y busco con la mirada la persona que provocaba aquel sonido lastimero, sin embargo, a primera vista, no podía ver a nadie,pero el sonido de repetía, un poco más fuerte, por lo que decidió dejarse llevar por el sonido.

Encontró al causante detrás de una roca al costado de la montaña, era un chico quizá un poco menor que el, de cabellos albinos y orejitas castañas.

Un híbrido;igual que Fargan, sin embargo, se le veía mal.

—Hey—Murmuro, y observó como el chico levantaba la mirada, tenia un rasguño qué le recorría la mejilla, estaba sangrando levemente, pero debía ser dolorosa.

Se inco, mirando con los iris verdes del chico seguían su movimiento, tenia las mejillas húmedas, la sangre se mezclaba con las lágrimas.

—¿Que te paso? —Pregunto el ojivioleta, mirando con cierta confusión al chico, sin embargo, este no contesto, solo le miro, con los ojos llorosos—,te voy a ayudar—Le dijo, y se quito la mochila, buscando lo que necesitaba para limpiar la herida, al igual que un parche, para cubrirla.

Hacerco su mano, sin embargo, el chico ojiverde se hizo para atrás con miedo, Vegetta le sonrió, intentando calmarlo, el chico le miraba con duda, sin embargo, fue relajando su cuerpo.

El ojimorado volvió a dirigir su mano hacia la mejilla del menor, mientras con la otra sostenía un algodón con alcohol.

—Esto dolerá un poco–Le dijo, sonriendole, para luego presionar levemente el algodón en la mejilla del albino.

Este hizo una mueca de dolor, pero no se quejo.

Vegetta sonrio, intentando no presionar demacrado la herida para que doliera menos. Cuando la herida estuvo desinfectada, tomo el parche y lo puso con cuidado sobre el rasguño, para después limpiar los restos de lágrimas de las mejillas del menor.

—Gracias—Murmuro el híbrido, con una voz apenas audible y dulce.

Le sonrio a Vegetta y este pensó que era la sonrisa más pura qué había visto.

El Psicópata ¦¦ RubegettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora