Capítulo 6: Limpieza profunda

406 64 9
                                    

Conan miró como el pasillo de las escaleras y frunció el ceño al ver tanta suciedad acumulada. Suspiró cansado, de verdad ansiaba regresar a la normalidad, realizar las tareas hogareñas en su estado actual, era un verdadero reto, ahorrando la limpieza en el cuarto de la huraña niña, se dirigió al baño.

Al entrar y ver el estado en que este se encontraba, frunció el ceño y se sintió nauseas al ver el desastre que Kaito había dejado. Sintiéndose asfixiado, se dirigió a la ventana del baño y la abrió con algo de dificultad, al hacerlo, inmediatamente una fuerte brisa golpeó su rostro y se maravilló al ver el castillo en movimiento.

Miró con gran asombro los alrededores, el paisaje era sorprendente, pasaban cerca de un acantilado, donde se podía apreciar un río en el fondo del mismo, bordeado por grandes árboles de pino.

- ¡Increíble! -Soltó por inercia. - ¡Jii-chan! ¡Jii-chan! -Gritó con el mismo tono de emoción. - ¿Tú eres el que mueve el castillo? -Preguntó bajando las escaleras a toda velocidad, hasta asomarse por las mismas y ver a Jii.

- Por supuesto, ¿Quién creías que lo hacía? Nadie más hace nada. -Soltó como si nada.

- ¡Maravilloso! ¡Realmente eres un demonio fuego de primera, tienes chispa! -Elogió Conan sumamente emocionado.

- ¿Tengo chispa? - Jii se encogió en su lugar en shock momentáneo. - ¡Tengo chispa! -Posteriormente estalló de emoción, literalmente. Conan se dirigió a la segunda planta de nuevo, buscando abrir otra ventana. Encontró una puerta que daba a un pequeño balcón y salió con cuidado de no ser arrastrado por el fuerte viento. No dejando de asombrarse, vio el fantástico paisaje a su alrededor, venados corriendo entre los árboles, el inmenso lago azul que estaba más adelante, las montañas y las nubes que flotaban cerca de las mismas.

-Es precioso... -Susurró para sí mismo.

- ¿Lo es verdad? -Ai había llegado a su lado silenciosamente, sonreía sutilmente. - ¿Huh? ¿Qué está haciendo ese palo ahí? -Mencionó al ver como un gran trozo de madera sobresalía de entre algunos de los engranes del castillo.

-No lo sé, ayúdame. -Pidió Conan al sujetarlo, con algo de dificultad, lograron sacarlo.

-Ya salió, es un espantapájaros. -Dijo con duda el ver de quien se trataba.

-Oh vaya, con que aquí estabas. Le llamo Amuro, lo encontré en el desierto, él fue quien me guio aquí. Es algo raro, siempre esta boca abajo. -Contó Conan con diversión. Dicho espantapájaros saltó del balcón hacia la parte más alta del castillo. Dio un par de saltos y giros en ese lugar. -Siempre está siguiéndome.

- ¿Seguro que no eres una especie de brujo, mocoso? -Preguntó con burla al ojiazul, este sonrió de lado, se ajustó los lentes en gesto misterioso y respondió.

-Sí, seguro, soy un brujo de los peores, de los que limpian y resuelven casos. -Ai rodó los ojos con fastidio. Por otra parte, Jii detuvo el castillo a la orilla del lago, Conan, Ai y Amuro de dedicaron a tender la ropa y mantas que el primero había lavado. Una vez que terminaron, sacaron una pequeña mesa para tomar algunos aperitivos frente al inmenso lago. Conan no dejaba de maravillarse con todo lo que veía a su alrededor. En sus 18 años jamás pensó que tendría una oportunidad como esta, su vida hasta ahora, se había limitado a paseos ocasionales a la ciudad, asistencias al castillo y su pequeño despacho.

Actuando por unos instantes como un niño pequeño, curioseó algunas zonas cercanas al lago, trepó algunos árboles, jugó con el agua del lago, remojando sus pies. Hasta que se cansó y Ai se le acercó con una sonrisa de superioridad.

- ¿Reviviendo tu infancia? -Se burló avergonzando al pequeño, pero su expresión de vergüenza pasó a una de asombro.

-Entonces después de todo tu... -Quiso hablar de su hechizo, pero su boca fue sellada por el mismo al intentar hablar de él. Ai asintió.

-Entiendo por lo que estás pasando, mi verdadero nombre es Siho Miyano, pero ya debes de suponer que fue lo que me pasó -Explicó intentando no hablar de su hechizo directamente o terminaría con los labios pegados. Conan la miró con asombro al recordar que ese nombre figuraba en la lista de víctimas del hechizo que esta desarrollando la bruja roja. -Si tan solo lográramos encontrar la manera de despojar de sus poderes a la bruja roja, nos libraríamos de esto. -Ai suspiró. -Pero por ahora simplemente soy una fugitiva y mi nombre es Ai, Ai Haibara. Una pequeña niña que Kaito rescató de una prisión hace un par de años. -Conan la miró con curiosidad. -Mi hermana y yo éramos algo así como rehenes de esa bruja que colaborábamos para desarrollar... -Se señaló a sí misma, evidenciando que se refería al hechizo de juventud. -Pero lamentablemente terminamos siendo sujetos de prueba, mi hermana... no sobrevivió...

-Lo lamento -Conan la miró con pena, no sabiendo que decir exactamente, por lo que optó por desviar el tema. -Kudo, mi verdadero nombre es Kudo Shinichi, un detective. -Se presentó extendiendo su mano en dirección a la niña. Ai sonrió y extendió su mano aceptando el saludo.

- ¿Y cuál es tu historia? ¿Cómo es que terminaste así?

-Digamos que me acerqué demasiado a la verdad tras la desaparición de alguien. -Shinichi le contó lo que estaba investigando y lo que había encontrado, omitiendo el detalle de su hechizo, no quería volver a sentir los labios pegados por culpa del mismo.

-Ya veo, entonces viniste al lugar correcto. -Conan lo miró con duda. -Es cuestión de tiempo para que lo descubras. Si ayudas a Jii y a Kaito Kid con su maldición, descubrirás todo. -Soltó Ai con misterio, a pesar de la mirada llena de curiosidad que le dedicó Conan, no dijo nada más. Más tarde, se encargaron de meter toda la ropa y regresaron al interior del castillo, estaba anocheciendo.

.

.

.

.

.

.

.

.

En otro lugar, se encontraba una enorme ave blanca con cabeza humana, se trataba de un transformado Kaito Kid sobrevolando una zona de batalla, era de noche, pero un poderoso incendio iluminaba los alrededores. Casas enteras eran consumidas por el fuego, Kaito planeaba de un lado a otro, mirando la situación. Mirando con expresión neutra, hasta que a lo lejos divisó un gran conjunto de aviones, los cuales iban en direcciones opuestas, unos portaban un logo del reino de Ekoda mientras que otros eran de Beika, estos soltaban bombas sobre las ciudades, destruyéndolas y se atacaban entre sí, destruyéndose.

De uno de los aviones, comenzaron a emerger un grupo de reptiles alados, que al ver a Kaito se lanzaron a atacarlo, este sonrió y se alejó volando hacia una zona más alta, donde se notaba que aquella oscuridad que rodeaba las ciudades, no era nada más que producto del humo del incendio, voló lo más alto que pudo y escapó hacia el castillo.

Kaito's Moving CastleTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon