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Capítulo 16

Cuando las chicas llegaron, se unieron a las demás que se encontraban arriba del todo de las gradas, riendo y comprando los primeros cartones. Se saludaron, se acomodaron y comenzó la primera ronda de bingo. Mientras escuchaban los números y anotaban los que tenían, Cane hablaba de lo bien que su novio sabía tocar la guitarra. A Amparo le conmovió el orgullo con el que hablaba de su novio, después de todo quizás ella se estaba haciendo una idea errónea de sus nuevas amigas. La primera ronda ninguna de las chicas ganó nada, ni tampoco las siguientes dos. El novio de Cane llegó, y después de saludar a todas con un beso en el cachete y una sonrisa cálida, se sentó al lado de su novia y la llenó de besos por toda la cara.

Las chicas se enternecieron ante aquello, salvó Jessica que sintió un poco de celos y Fran que los miró con notable asco y rodó los ojos. Era evidente para Amparo que aquella chica detestaba la mayor parte de las cosas habidas y por haber, la había visto sonreír muy pocas veces desde que habían comenzado a pasar los recreos en grupo. Llegó el momento de la primera jugada por plata, y todas las chicas se compraron un cartón además del que ya les venía con la entrada.

Mientras Amparo buscaba entre la multitud caras conocidas, se topó con Pachi mirándola de manera desafiante. Eso hizo que ella automáticamente sonriera, haciendo que él también lo hiciera. Se sostuvieron una mirada de desafío señalándose a ellos mismos como próximos ganadores, para después soltar una risa y saludarse con la mano.

Jessica que no estaba ajena a ese intercambio que se estaba dando, se mordió el labio con fastidio. No veía la hora de que Dulce de leche diera la cara y poder presumir de su relación, así como lo hacían sus amigas. Paola y Vivi se encontraban hablando sobre costura y algunos tips para poder usar mejor la máquina de coser. Ambas estaban felices de tener alguien con quien compartir los conocimientos que tenían sobre aquello sin ser tratadas de raras o ancianas.

El gimnasio entero se quedó en silencio a medida que el locutor iba diciendo los números. Se escuchaban solo algunos bufidos de frustración o algún que otro casi. Cuando dijeron el número 28, un señor de una de las mesas gritó Línea, provocando un fuerte resoplido conjunto que se escuchó en todo el gimnasio. A Amparo le hizo algo de gracia, y volvió a mirar a Pachi. Lo vio concentrado repasando sus cartones y los números que se mostraban en pantalla, achinando los ojos. Le parecía realmente un chico muy hermoso. Al parecer, él se percató de su mirada, porque levantó la vista e hizo un puchero. Amparo, sintiéndose descubierta, se puso completamente roja y después de devolverle la sonrisa, volvió su vista a su cartón. La línea era correcta, por lo que la próxima jugada ganadora se llevaría el bingo. Pachi permaneció mirando a Amparo algunos segundos más, la chica le parecía hermosa e interesante, y aunque sabía que eso quizás podía traer problemas a la relación con su novia, todavía quería conocerla más a fondo.

Él volvió a centrarse en su cartón, y se dio cuenta que solo estaba a tres números de ganar el Bingo, lo cual lo emocionó. Miró nuevamente Amparo, y al verla con el ceño fruncido supuso que estaba lejos de ganar. Cinco números después, solo le faltaba el 37 para poder llevarse el premio. El locutor alargó el treintaaaaaaaa, generando suspenso en el gimnasio, y finalizó con sieeeete. Pachi se paró y gritó Bingo.

Todo el gimnasio volteó a verlo, y él se dirigió escaleras abajo para que pudieran corroborar su cartón, estaba feliz. Buscó a Amparo con la mirada y ella le sonreía como si el premio fuese para ella. Esa chica iba a terminar por matarlo de ternura. Una vez que corroboraron que el bingo era correcto, le entregaron el dinero. Sus amigos lo felicitaron y decidió invitar una pizza para todos, por lo que se encaminó a la fila del bufet. Allí se encontró con Amparo, quien estaba sumergida mirando tortas.

—Hola Ampi —saludó él de forma alegre.

Amparo dio un pequeño respingo y se giró con el ceño fruncido.