Capítulo 5: ¿Síntomas?

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Capítulo 5: ¿Síntomas...?

Desde las gradas observaban cómo todo el demás público la pelea entre los soldados X y los egipcios que eran además secuaces de Asakura Hao, quien también seguramente estaba cómo espectador en ese momento. En un principio no hubo mucha acción en la plataforma, pero poco a poco los hombres de Hao que pelaban empezaban a desesperarse... Y entonces los soldados X respondieron. Pronto ante los ojos de todos los que divisaban aquel encuentro una sangrienta escena se hizo presente. La vida de uno de los shamanes se perdió de una manera cruel y brutal.

Los espiritistas que miraban reaccionaron de diversas maneras. Unos con corazón frío, otros incapaces de reaccionar de inmediato, otros con tristeza y unos más sintiendo repulsión ante tan cruel acto.

Su estómago se revolvió cuando miró el charco de sangre humana debajo de aquella máquina de tortura empleado por la Iron Maiden. Pero ella era fuerte. Apartando los ojos del llamativo carmesí que se dibujaba en el suelo de aquel campo de batalla ella consoló a la niña pelirrosa que empezaba a llorar a su lado intentando cubrirla para que también dejara de ver.

Desde entonces había estado sintiendo nauseas, aunque en realidad no tenía mucho sentido. Ella no era específicamente una persona sensible y tampoco encontraba muy desagradable la sangre... Tampoco era la primera vez que veía morir a alguien siendo masacrado.

—Anna... ¿Estás bien con no comerte eso?—cuestionó el futuro esposo notando que la itako apenas había tocado el plato de comida frente a ella. En ese momento se encontraban en el interior de uno de los restaurantes apache únicamente los dos, pues Manta se había ido a algún lado con Ryuu y Fausto. La rubia solo asintió con la cabeza y se llevó una mano al vientre con una ligera expresión de incomodidad.

—No tengo mucho apetito—explicó mientras mantenía los ojos inexpresivos— de hecho ver esta comida me provoca nauseas.

—Vamos Anna, no seas tan dura con los apaches. Lo hacen lo mejor que pueden... Aunque es verdad que se ve fea, pero sabe mejor de lo que luce— respondió Yoh mientras picaba con un palillo el alimento que había en su plato.

—No seas tonto, no hablaba de eso—dijo Anna al tiempo que se ponía de pie—. Aunque esta comida es realmente de aspecto desagradable, me siento igual con todo lo comestible...

— ¿Nauseas?— dijo el shaman mirándola atentamente recapacitando en la palabra que ella había usado para describir su sentimiento hacia la comida. Entonces sus ojos incrementaron su tamaño y con un ligero rubor paso saliva —A... Annita, ¿Es posible que tú...?

La sacerdotiza mostró un tenue enrojecimiento en sus mejillas al momento de responder.

—Te equivocas, yo...

— ¡Aquí estaban!— alguien interrumpió la oración de la adolescente, una voz molesta y familiar que ambos espiritistas conocían a la perfección.

—Horohoro— dijo el castaño mientras lo saludaba con una sonrisa.

—Me regreso a la habitación— habló Anna cuando pasaba al lado del ainu en dirección a la salida.

—Uy, pero que amargada...— se quejó el peliazul mientras miraba la delgada espalda femenina alejarse.

—No está de buen humor, eso es todo— explicó Yoh sin dejar de sonreír.

— ¿Tiene momentos de buen humor?—cuestionó Ren mientras se sentaba en una de las sillas libres en la mesa donde el Asakura aún estaba.

—Claro que si... Aunque son muy escasos— respondió borrando de a poco su sonrisa y desviando un poco la mirada.

Un heredero para los AsakuraWhere stories live. Discover now