Un verano [prumano][leve gerita]

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Gilbert se pensó dos veces si entrar a aquel café o no, pero ya era muy tarde para hecharse atrás, en especial porque había convencido a su hermano de acompañarlo, así que irse no era una opción, porque se vería obligado a recibir innumerables quejas sobre la manera más estúpida en la que le había hecho perder el tiempo.

Respiró profundamente y se atrevió a empujar la puerta, haciendo que una campana tintineara, anunciando su llegada. Se sentó en una mesa algo nervioso, dejando que su hermano se viera obligado a pedir por cuenta propia algo de tomar para los dos.

Los pensamientos que rondaban por la cabeza del albino eran demasiados y todos desordenados, todas aquellas oraciones que se formaban en su cabeza tenían un tema en común y era si es que "él" lo recordaba lo suficiente como para reconocerlo.

— realmente no creo que me hayas arrastrado hasta aquí solo para probar suerte —reclamó Ludwig, sentándose frente a su hermano— ¿acaso no le podías pedir a Antonio o Francis que vinieran?

— ¿crees que dejaria que ellos arruinaran mi asombroso plan con su poca discreción? —refutó indignado.

— tú tampoco eres muy discreto que digamos —dijo pensando en como había sobrevivido tantos años siendo un agente de campo.

— deberías estar orgulloso de que confíe en ti como para traerte aquí conmigo.

— oh claro, olvidalo —suspiró pesadamente y se acomodó sus lentes—. Solo quiero saber algo ¿como descubriste que tu "alma gemela" trabaja aquí? Espero que no te hayas comportado como un acosador.

— ¿crees que haría algo tan despreciable? —preguntó fingiendo sorpresa.

—uh...bueno, en la universidad tú —no alcanzó a siquiera terminar su oración pues fue interrumpido por una mano que cubrió su boca de manera inminente.

— ¡olvida eso! Era demasiado joven como para saber que eso terminaría mal —exclamó completamente nervioso, ignorando el hecho de que algunos ojos se habían posadas sobre ellos.

— está bien, está bien.

Los minutos pasaron lentamente, en especial para Gilbert, que no podía con tanta emoción dentro suyo, obligandolo a mover la cabeza a todos lados, buscando algo con que distraerse.

— lamento la espera —dijo una voz dulce, que le pertenecía a un chico de cabellos castaños—. Un macchiato y un capuccinno ¿verdad?

— así es, muchas gracias —respondió Ludwig poco antes de quedar encandilado con la sonrisa de aquel muchacho.

— no es nada, si necesitan algo más me pueden decir —sonrió una ultima vez poco antes de retirarse y seguir entregando los pedidos de las demás personas que ahí estaban.

— lindo ¿no? —dijo Gilbert, buscando molestar a su hermano.

— no voy a negar que lo es —acomodó sus lentes con un suave movimiento, sin notar la pequeña sonrisa que tenía-, pero no me voy a enamorar tan fácilmente como tú.

— oh no, claro que no, tú te enamoras incluso antes de conocer a la persona —respondió con ironía.

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Habían pasado ya varios minutos, Gilbert no encontraba rastro de su amor de verano de hace varios años. Comenzaba a dudar que llegara a reconocerlo, no había cambiado en casi nada, pero el tiempo causa el olvido y era inevitable.

No quería rendirse, no podía hacer eso, tenía la esperanza de encontrarlo, de poder volver a sentir el calor de sus labios, su aroma tan dulce, su voz.
De un momento a otro su vista se fijó en la puerta, ahí estaba. Quería levantarse y abrazarlo, decirle cuanto lo amaba, dejarle en claro que no lo había olvidado, pero no podía hacer eso, no quería terminar avergonzado si es que acaso no lo reconocía, así que ahí se quedó, sentado, con su mirada fija en él, completamente embobado.

Melodías de Tiempos No Muy LejanosWhere stories live. Discover now