5.

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-¿Qué ha sucedido en clases?-pregunté quebrando el silencio que había en la habitación.- ¿Han dado algún tema nuevo?

-¿Cómo puedes preocuparte por ese tipo de cosas en este momento?- preguntó Kilian frunciendo el ceño.

-Con algo debo mantener mi mente ocupada, ¿no?- alcé mis hombros restando importancia.- Me voy a volver loca si sigo aquí por más tiempo.- murmuré echando mi cabello hacia atrás.

-Lo intentamos Aylén pero no es sencillo. Aún ni siquiera sabemos cómo es que llegaste al cuaderno.- por primera vez desde que conocía a Charles, se veía serio.

-Sé que lo están intentando, soy completamente consciente de ello y se los agradezco pero no están en la situación en la que estoy. Por más que quisieran no podrían comprenderme.- estaba siendo una pesadilla para ellos pero mis niveles de mal humor y frustración sobrepasaban por mucho mi control.

-Lo resolveremos.- murmuró Kilian intentando tranquilizarme.

Quería echarme a llorar como una niña pequeña. En momentos así solo me apetecía estar con mi madre y que ella me dijese que todo estaba bien. La mujer que era mi ejemplo a seguir me hubiese contenido como nadie y la necesitaba, necesitaba estar entre los brazos mi mamá.

-¿Estás llorando?-preguntó la voz alarmada de Charles.

La pregunta había tomado por sorpresa a Kilian quien de inmediato y con un movimiento exageradamente brusco se giró hacia mí. He de decir que también me había sorprendido, no había notado que las lágrimas caían por mis mejillas.

-No.- me giré dándoles la espalda.- No sé de lo que hablas.

-Juraría que vi un dibujo llorar.- murmuró intentando sacar información.

-Debes estar drogado.- volví a girarme hacia ellos.

Me había vuelto a girar hacia ellos notando como el loco conspiranoico me miraba con diversión. Kilian por otra parte, tenía una mirada difícil de descifrar y describir. Sus ojos estaban achicados mientras me miraba fijamente pero no emitía algún otro gesto o palabra que me diese a entender qué le sucedía.

-Oye Vlasov, necesito hablar unos segundos contigo a solas.- ambos chicos se miraron fijamente.

Parecían estar teniendo una conversación silenciosa hasta que se levantaron y salieron de la habitación dejándome sola. El cuaderno había sido colocado en una mesa justo en el centro de la habitación investigativa o mejor conocida como la habitación de Charles Andrew. Intenté agudizar mi audición para saber de qué hablaban. Parecía una señora pendiente a las conversaciones ajenas pero al estar encerrada no podía hacer nada más.

-¿De verdad no tienes idea de que fue lo que pasó?- le preguntó Charles a Kilian.

-Ya te he dicho que no.- negó con voz cansina.

-Pero es que no entiendo, ¿cómo fue que llegó ahí?- no podía ver que sucedía pero con el lapso de tiempo que hubo silencio me desesperé.

-Yo tampoco lo sé. Simplemente un día abrí el cuaderno y estaba ahí.- se escuchó un suspiro.- Ni siquiera me lo creí cuando la escuché hablar.

-No sé dónde más buscar. Realmente jamás había visto algo así.- murmuró el supuesto detective.

El loco pero no tonto Charles, de todas las formas posibles intentó sacarle información, la gran mayoría terminando en intentos fallidos.

-¿Por qué un dibujo?- preguntó el supuesto detective con notable duda.

Silencio, eso fue lo que sucedió después de la pregunta. Incluso yo me hubiese callado al recibir tal interrogación. ¿Por qué un dibujo? Era una pregunta realmente valida e importante en todo esto.

-¿No has pensado eso?- siguió presionando Charles.- ¿Por qué un dibujo? ¿Por qué en tu cuaderno?

-Hombre, me estás agobiando.- volvió a suspirar, esta vez más ruidoso.- ¿Aylén?-preguntó en voz alta para ver si estaba escuchándolos.

-No creo que nos esté escuchando.- habló nuestro compañero.

-Te aseguro que si nos escucha o no, no lo dirá.- tal vez me estaba volviendo loca pero su voz al decir eso había sonado más relajada, incluso me atrevería decir que risueña.- Es muy lista.

-¿Cómo sabes que es lista?- indagó Charles.

-Solo basta con verla aunque sea por instantes. Se nota a leguas que es despierta e inteligente.- aseguró con seguridad.

-Quién diría que el chico nuevo ha notado más cosas que el resto de nosotros.- murmuró con burla el pelirrojo.

-Cierra la boca.- habló Kilian y ambos hicieron silencio.

No hablaron más después de eso, solo ingresaron a la habitación y me miraban intentando averiguar si los había escuchado. Al no haberme movido ni un solo centímetro no podían descubrirme y por supuesto que no hablaría, no porque me importase sino porque no quería quedar como una chismosa.

-¿Qué ocurre? ¿Por qué me miran así?- pregunté con fingida inocencia.

-Nada...- murmuró Kilian con desconfianza.

Charles solo sonreía con malicia pero no hablaba. Él por alguna extraña razón se mantuvo en silencio, cosa que no era normal. El pelirrojo siempre tenía algún tipo de comentario ya fuese alguna teoría conspiranoica o un chiste que solo él entendía pero esta vez no fue así, solo calló y se sentó en el sofá color almendra que se encontraba cerca de la mesa en donde me encontraba apoyada.

-Debería irme a casa, ya es tarde.- anunció la pantera haciéndose espacio en el silencio de la habitación.

-Sí, yo también.- comenté con sarcasmo.

-Muy graciosa.- comentó con sarcasmo el dueño de mi prisión.

-Ah, estos niños.- comentó Charles llamando nuestra atención.- Nos veremos mañana chicos, descansen.

-Hasta mañana señor detective.- me despedí y Kilian cerró el cuaderno para nuevamente repetir lo que decía cada que podía, no arruinar su cuaderno.

Al llegar a la casa de Kilian y supongo, dejar todas sus cosas en sus respectivas lugares, abrió el cuaderno y lo colocó en su escritorio como lo hacía siempre. Desapareció de mi vista y en muy poco escuché como la llave de la ducha se abría, así también, como el sonido del agua al caer. Él se podía duchar y yo no, no me sentía sucia ni mucho menos pues no sudaba o tenía ganas de ir al baño. Era extraño pero no sentía hambre, sed o frío, era como si no lo necesitara. En parte eso era bueno pues no pasaba hambre o sed y tampoco me daban ganas de usar el baño ante los atentos ojos de los chicos pero extrañaba hacer ese tipo de cosas. Eran acciones comunes y simples que al ser hechas todo el tiempo se hacían normales pero cuando se dejaban de hacer se extrañaban. Me hacía falta poder comer como una desquiciada o tomar ese líquido tan preciado conocido como agua.

Todo es Culpa de Kilian Vlasov© [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora