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"Un poco mayor... mala reputación, hábitos insaciables"
Anya sollozaba encerrada en el baño de aquel bar, había sido una mala idea ir al mismo bar que frecuentaba su exnovio, más aún cruzarse con el luego de un par de tragos.
El chico le había gritado, allí en aquel lugar atestado de gente, hace menos de cinco minutos, que dejara de ser una maldita psicópata y lo dejara en paz.
Que el la había superado que dejara de comportarse como una niñita. Esto claramente rodeados de sus amigos, porque los chicos como el necesitan que los vitoreen constantemente.
Pero en esos momentos lloraba de impotencia de no gritarle sus cuatros verdades en la cara.
La chica se encerró en el baño más próximo posible mientras la palabra "frígida" seguía en su cabeza.
Jamás esperaría aquel golpe de su examiga, no tuvo suficiente con quedarse con su novio si no también ahora la trataba como si ella fuera la culpable de todo.
- Nena llamare a seguridad si no sales- puede escuchar desde el otro lado de la puerta a su amiga Ester, la chica se sentía culpable, después de todo fue su decisión ir a aquel bar de todas formas- tienes una fila enorme de chicas que quieren entrar al baño, deja de llorar por ese perdedor y solo emborrachémonos, mañana podemos comer toda la pizza y helado que quieras.
- Déjame en paz – murmura la chica- solo quiero estar sola un segundo Ester, solo un segundo.
- Dios necesitas una buenas nalgadas para que dejes de llorar por ese imbécil- suspira la rubia apoyando su cabeza en la puerta - además quedaste de ver a tu sugar daddy. No puedes perder esta oportunidad por el pija corta.
- Estoy llorando porque soy un desastre- solloza la chica- seguro así no le gustare a nadie.
- Dios ese tío está loco por ti- gruñe la rubia golpeando la puerta y al no tener respuesta decide actuar de otra forma- iré por algo de beber, no te muevas.
Anya agradece cuando no siente la voz de su amiga al otro lado de la puerta, aun así, sigue sollozando, abrazando sus piernas cuando siente como la lujosa puerta es abierta, debe moverse rápidamente para no caer.
Se sorprende al ver un hombre en traje con la mandíbula tensa viéndola, sin duda era más guapo que todos los perdedores de sus compañeros.
- Que te dije de llorar por perdedores princesa- sonríe el hombre, la chica rápidamente reconoce esa voz masculina, la cual más de una vez la llevo al éxtasi.
- Papi - susurra nerviosa
- Ven aquí princesa- sonríe el hombre tomando sus manos haciendo que se ponga de pie mientras acaricia sus mejillas secando sus lágrimas de su rostro con sus pulgares- Deja que papi se haga cargo de ti.
