De los celos y otros demonios.

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La tenía sujeta de las dos manos con una sola de él contra la pared, para la mala suerte de ella su opresor no solo era muy fuerte, sino también mucho más grande, así que sus pies colgaban a varios centímetros del suelo.

Nadie en su sano juicio vendría a ayudarla o prestarle auxilio, y aunque ella parecía no quererlo su estado de confusión y dolor físico que le causaba el agarre, pedía a gritos internos que alguien se compareciera de su frágil cuerpo y le ayudara.

—Nadie vendrá a socorrerte— Sus palabras heladas daban en el blanco.

—¿Acaso he pedido ayuda Nii-San? Lo último que quiero hacer, es escapar de tus fuertes brazos—

En un acto de valentía y a la vez de lucidez, la pequeña Heel avalanzo sus piernas sobre las caderas de él, y lo atrapó cuál víbora venenosa a punto de matar a su presa o como un simple mono que se abraza de su protectora madre para no caer al suelo distante. 

—Solo que prefiero estar así en nuestro cuarto de hotel, y no aquí delante de esta gentuza… Podría desnudarte, pero la idea de que alguien más vea tu cuerpo, me enferma así que no lo haré.

El mayor de los Heel la miraba aún con sospecha.

—¿Dirás que ese beso no fue a propósito? Le besaste a él frente a mí y ahora quieres ir a jugar en nuestra habitación… No, esto tendrá un castigo— 

Paseo su mano libre por la zona de sus pechos descubiertos por el kimono desajustado, sus dedos pasaban suave y a la vez tortuosamente por la piel descubierta que dejaba el traje niponés, hasta que se posó en su cuello, acercó su boca y mordió ligeramente, luego chupó hasta dejar un no tan pequeño hematoma en el. 

—Sé que eres la muerte, pero que ni se te ocurra volverlo a besar así, porque entonces yo… Bueno, él sabrá lo que es la muerte fuera de la actuación.

Con esas palabras Setsu se fue, ahora solo quedaba Kyoko, una furiosa Kyoko. Pues su amado sempai aprovechaba su papel de hermano celoso y posesivo, para dejar al descubierto al verdadero hombre detrás de las máscara de Ren Tsuruga. Kuon, aunque ella aún no conocía su nombre real, sabía lo caprichoso, celoso y aniñado que se podía comportar su sempai. Y justo en esos momentos lo demostraba con su marca en el cuello de ella me pertenece, que acto más infantil y berrinchudo le estaba haciendo. 

¿Cómo podía aparentar ser tan serio y tan maduro diciendo tantas veces que lo personal no podía traspasar lo laboral si a la primera muestra dónde debería comportarse como un adulto, lo hacía como un párvulo reclamando un juguete de su propiedad?

—Pues tendrás que castigarme Onii-San, porque por tu intervención, tendré que volver a besarlo...— Pronunció ella suavemente sobre su oído —Espero sea un buen castigo, porque así lo deseo.

—Ni en tus pesadillas— Gritó, con la misma mano que antes acariciaba su cuerpo, atravesó un pedazo de pared con un puño. 

La maniobra asustó a Kyoko y a los demás presentes, quien ahora estaba furiosa, pero eso no le importó al gigante.

—Creo que todos estamos acalorados por el arduo trabajo de hoy, así que ya es hora de descansar, por favor ya todos retirense— Dijo el director Konoe tratando de evitar heridos y que su bombillito le decía que la pelea entre los dos actores podía ser algo más que actuación.

Caín se echó su hermanita al hombro como si se tratase de un bulto de papas y se dirigió a su camerino, recogió sus cosas y se marchó sin siquiera darse la oportunidad de cambiarse las ropas del set por sus habituales.

Y pensar que todo había empezado por una mala elección de vestuario. Ya hacía una semana que los hermanos Heel grababan la precuela de Jack Black Rises. 

De los celos y otros demonios.Where stories live. Discover now