Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Soy el receptor de los Jaguars.
Como tal, soy considerado ágil y rápido en el campo. Atrapo todos los balones que el 27, nuestro quarterback, me lanza. Anoto touchdowns y puntos extra de a montones. Sin embargo, Harriet Quinn me hace perder todos los partidos en la vida amorosa.
Siempre que corro hacia su corazón, su cerebro me taclea. Sabe interceptar cada mensaje que le lanzo en el intento de conquistarla y me lo devuelve transformado en un gran «No».
Muchos se habrían dado por vencidos después del primer mes, pero un año más tarde continúo aquí. Todos los ganadores fueron perdedores alguna vez, y aunque soy uno de estos últimos en este momento y no tengo certeza que ganaré un poco de su confianza, vale la pena intentarlo.
Tengo el presentimiento de que si se lo permitiera, podríamos tener una relación imposible de taclear por esta vida, sino solo por la muerte.
Claro que no se lo digo porque la espantaría. Prometer un felices para siempre hoy en día asusta a cualquiera de mi edad, quienes saben a la perfección que debemos vivir el ahora, que nada está asegurado y que cualquier plan puede cambiar.
A pesar de saber esas cosas, me veo incapaz de visualizarme en un relación que no sea a largo plazo, y anhelar eso es —aunque nadie lo quiera aceptar por temor a sonar exagerado—, sinónimo de querer un «para siempre».
No me gusta lo temporario por más que las personas digan que aquellos que van y vienen te ayudan en el terreno del crecimiento personal. Quiero crecer —que crezcamos—, sin alejarnos los unos de los otros. No le veo el punto a salir con alguien con quien sabes que no podrías tener un futuro, y eso hace a la gente sentirse presionada cuando no hay necesidad de tal cosa. Hay que tomárselo día a día, y en caso de que esos días los hagan felices, prometerse seguir. En situación contraria, dejarse ir. El punto en común está en intentarlo.
Tomo un trago de mi Gatorade y continúo haciendo pesas en el gimnasio, sin dejar de pensar en cuánto me va a pesar la conciencia si no sigo intentándolo con Harriet.
