-𝙊𝙣𝙚; Несовершенная рутина.

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Cada mañana, desde hacía ya un par de años, Conway entraba en comisaría, antes de que cualquier otro de sus agentes lo hiciera. Se dirigía a su despacho, encendía la cafetera, y preparaba dos tazas de café. Un café fuerte y amargo. Copiaba a la perfección su personalidad.
Colacaba ambas vasijas sobre su mesa. Una de ellas la situaba frente a su sillón, y la otra, delante de una de las sillas del lado contrario del escritorio. Concretamente, frente al asiento de la izquierda.

Una vez hecho esto, se marchaba de su despacho, bajaba las escaleras y salía a la puerta de la delegación a fumarse un cigarro.
Casualmente, y no porque lo tuviera planeado al pie de la letra, el comisario Volkov llegaba justo cuando él se estaba terminando el pitillo.
Cuando Viktor se acercaba a darle los buenos días, él siempre soltaba las mismas palabras, sin siquiera dejar que el otro llegara a saludarle.

Volkov, a mi despacho, he hecho café. — Decía de forma brusca, siendo aquellas las primeras palabras del día, por lo que su voz se notaba algo adormilada.

10-4. — El comisario no siempre contestaba de la misma manera, pero al igual que Conway, se guardaba aquellas palabras para que fueran las primeras de su jornada.

Conway tiraba el cigarrillo al suelo, aplastándolo con el pie. Entraban al edificio y subían al primer piso, en silencio, pero un silencio realmente cómodo. No se miraban, no se tocaban, ni siquiera sonreían, pero ambos sabían que el otro estaba feliz de que estuvieran juntos un día más.

Se dirigían al despacho de Jack, y una vez allí, el superior de aquella comisaría se sentaba en su sillón, tal y como siempre. Mientras tanto, Volkov se sentaba en la silla de la derecha, ignorando que el café estuviera en el lado izquierdo.
Al principio, eso molestaba a Conway, porque sabía que Volkov lo hacía para enfadarle. Las primeras veces, rodaba los ojos con desgana, y en muchas ocasiones estuvo a punto de echar a su agente de la habitación por desacato, pensando que sería mejor que empezara a trabajar de una vez. Sonaba exagerado, pero odiaba que le llevaran la contraria. Sin embargo, se abstenía de hacerlo.
Finalmente, con el paso del tiempo, aquella acción le acabó gustando. Le acabó gustando aquella pequeña faceta de rebeldía del contrario, por más minúscula que fuera, le encantaba. Y a Volkov le encantaba hacerlo. Amaba provocar a su jefe, y a su jefe le empezaba a gustar ser provocado.

Comenzaban a tomar la bebida previamente preparada, en silencio absoluto, únicamente escuchando el sonido que hacían sus gargantas al tragar.
Pasados unos minutos, alguno de los dos soltaba alguna frase tonta. Cualquier comentario valía entre ambos para empezar una conversación. A veces simplemente charlaban del día a día, de lo que había ocurrido la noche anterior, entre otras cosas. Si estaban de buen humor, declaraban algún pensamiento o rumor guardado sobre alguno de los agentes del cuerpo. Nada muy fuerte, pero conseguían sacarse algunas risas.

¿Pero cómo que Paola se te declaró? No me jodas, Volkov. — Respondía Conway divertido, ante la confesión de su compañero.

Que sí, Conway, créame coño. Fueron los minutos más largos de mi vida, la pobre se enrollaba más que una persiana. — Bebió un sorbo grande del café, para después mover el vaso un poco, haciendo que el líquido girara dentro del recipiente.

Y así seguían, hablando, echándose alguna que otra mirada. Hasta que, como siempre, Volkov se terminaba el café primero.

Cualquier día te vas a ahogar, no hace falta que te lo termines tan rápido, muñeca. — Jack siempre repetía esas mismas palabras, justo cuando Víktor dejaba la taza sobre el escritorio y se levantaba de su asiento.

Es que está delicioso, no es mi culpa. — Y, como siempre, Volkov variaba cada día la respuesta que le daba a su superior. Unos días ponía el pretexto anteriormente mencionado; otros señalaba que era porque estaba resfriado, y tenía la garganta algo tocada, por lo que aquella bebida caliente le aliviaba el dolor; otros días se excusaba en que la noche anterior había bebido, y necesitaba el café urgentemente para despejarse.

A cualquier cosa que dijera, Conway negaba suavemente con la cabeza mientras reía. Volkov le dedicaba una sonrisa, que no siempre se llegaba a apreciar del todo, y sin decir nada más, salía del despacho y empezaba con el trabajo.

Nada más ver como su comisario salía de la habitación, soltaba un pesado suspiro. Ninguna de las justificaciones de Víktor le servían. Conway sabía perfectamente por qué el menor se terminaba el café tan rápido.

Agarraba ambas tazas y las colocaba en una esquina de su mesa. Cogía un cigarro y un mechero, para salir de su despacho y dirigirse a la parte trasera de comisaría, donde se cacheaba a los arrestados.

Encendía el cigarrillo, y antes de echarle la primera calada, la misma pregunta pasaba por su cabeza.

"¿Cuándo me dirá que no le gusta el café?"

К о ф е  「 Volkway 」Where stories live. Discover now