NOCHE

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-Wow, esos aventureros también podrían llamarse héroes.- dice el soldado Royal sin dejar de observar.

-Creo que son nuestra línea de defensa.- dice el bibliotecario mientras vuelve a la biblioteca.

Llegando a la biblioteca observa como el príncipe desordena todo como si buscara algo.

-Mi príncipe, un gusto verlo.- dice el bibliotecario arrodillándose.

-Sí, sí, sí, ¿me tienes el libro?

-Disculpe mi príncipe, le pedí al mago de la corte que lo devuelva, pero él se negó.

Una patada sale despedida hacia él tumbándolo.

-Eres un inútil, -otra patada –no sabes hacer ni una sola cosa bien.- mientras lo decía le propinaba patada tras patada.

Paro cuando vio que el bibliotecario estaba inmóvil en el suelo.

-¡Guardia!- grita, un soldado se acerca.- llévatelo donde la sacerdotisa y que lo cure lo suficiente para que no se note mucho los golpes.

-Sí, señor.

Dicho y hecho, el bibliotecario es llevado al otro lado del castillo, donde se dice que vive la sacerdotisa mayor, una maga especialista en magia curativa y otras magias.

-Señora sacerdotisa...- le interrumpe.

-Señorita, que aun soy muy joven como para casarme.

-Disculpe, señorita sacerdotisa, el príncipe a ordena curar al bibliotecario solo superficialmente.

-Primero a los héroes los apalean y luego al bibliotecario, que les sucede hoy a todos, no ven que me canso.

El soldado no dice nada, deja al bibliotecario sobre una mesa cercana y se retira.

-Veremos a quien primero curamos.

La sacerdotisa pasea observando a sus pacientes.

-Sera según la gravedad de las heridas.

Sacando varios cristales del estante, pone uno cada uno a los pies de los pacientes.

Creando un circulo de magia los cristales empiezan a cambiar de color: al héroe de la lucha, se vuelve morado; a la heroína de la magia, celeste; al héroe de la espada, morado también.

Pero algo muy extraño ocurre, al cristal del bibliotecario no cambia de color.

-O estas fingiendo o no sé qué, levántate o te mataré.- amenaza la sacerdotisa.

Al no ver respuesta, se acerca junto a un cuchillo; colocándolo en el cuello del bibliotecario, paseando el filo sobre su piel y ver que no hay respuesta le parece extraño.

Con un movimiento rápido, corta las prendas del bibliotecario mostrando su pecho.

Fue en ese momento donde soltó su cuchillo y retrocedió un par de pasos.

Su cara de sorpresa fue tan grande y por justa razón.

Había un gran círculo mágico grabado en el pecho del bibliotecario.

Al tratar de acercarse más esta es noqueada, era la misma persona oculta en las sombras del calabozo.

Sacando una posición verde, cura al bibliotecario despertando de golpe, girando para todos lados, una vez reconocido el lugar, respira hondo.

-Maldición, deje que me pegue mucho esta vez.

-Amo, ella lo sabe.

El bibliotecario se levanta y busca en las repisas de la sacerdotisa, tomando algunas hierbas y unas botellas con líquidos de diversos colores se pone a trabajar.

El BibliotecarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora