Capítulo 4 | Avergonzada.

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Un día al fin libre.

Doy una última calada al cigarro que descansa entre mis dedos y lo dejo caer para aplastar la colilla con la punta de mi bota. Resoplo al percatarme de que Tyler se ha demorado demasiado sabiendo cuánto detesto la impuntualidad.

«Joder, en mala hora acepté acompañarlo»

Muerdo mi labio inferior y me cuestiono qué tan buena idea resultaría subir a su departamento y azotar la puerta para que se apresure.

«No suena tan mal»

Acomodo el mechón rubio que cae sobre mi frente y como un recuerdo fugaz viene a mi mente el rostro risueño del chico del restaurante.  Sacudo levemente mi cabeza para disipar ese recuerdo y me pregunto qué tan furioso podría ponerse Tyler por hacer un escándalo en su departamento; pensándolo bien no creo que se enoje.

Suele ser tan permisivo conmigo, aunque eso a veces me incomode.

Igual ese no es el mayor problema...

Lanzo un suspiro al recordar que tendré problemas si no regreso pronto a casa, así que no me queda de otra: debo buscar a Tyler.  No me lo pienso demasiado y decidida emprendo camino al interior del edificio. Una vez dentro, mis ojos se pasean por la ostentosa recepción del lugar, pero no pierdo tiempo deleitándome con ello, por lo que saludo al portero que me regala una sonrisa amable y aprovecho para preguntar si el elevador funciona, agradezco cuando su respuesta es afirmativa.

Una sonrisa satisfecha se posa en mis labios cuando las puertas del elevador se abren, misma que se desvanece cuando observo al pelinegro del restaurante dentro de la caja metálica con el ceño fruncido. Hace casi dos semanas que no lo he visto y es algo que agradezco, pues por muy atractivo que sea no puedo evitar sentir cierto recelo ante los encuentros que hemos tenido. Por lo tanto, no debería verme aquí.

Sus ojos permanecen sobre una carpeta abierta entre sus manos y se pasean entre las hojas, parece leer algo que lo deja inconforme porque resopla y cierra la carpeta con fuerza después de unos segundos. Se dispone a salir y cuando está a punto de levantar la mirada mis ojos se abren desmesuradamente, volteo al instante, dándole la espalda al elevador para que él no me reconozca y busco algo para cubrir mi rostro, pues no quiero cruzar palabras con él.  Veo al portero muy entretenido en la pequeña televisión con un partido de fútbol americano y pienso seriamente en esconderme detrás de la mesa alta de la recepción.

«Muy mala idea»

Escucho los pasos del chico y termino agarrando una revista cualquiera que se encuentra en la mesa. Sin pensarlo demasiado la pongo frente a mi rostro, escondiéndome detrás de ella.

«Qué tan ridícula me estaré viendo así»

Avanzo un par de pasos y termino impactando contra un gran cuerpo. ¡Mierda!

—¡Lo siento! —exclamo, sabiendo que es mi culpa.

Mis manos se aferran a la revista y me siento más ridícula escondiéndome.  «¿En qué momento se me ocurrió hacer tremenda escena?»

—Descuida —la voz que se tiñe de extrañeza me indica que he impactado con el chico de ojos azules. Abro más mis ojos y agacho la cabeza. —¿Te encuentras bien?

Asiento sin decir nada y me dispongo rápidamente a pasar por su lado para dirigirme al elevador. Doy dos pasos y su voz me detiene.

—¡Espera!

«¿Y ahora qué?»

Permanezco con los pies anclados al suelo, ni loca lo enfrentaré.

—No suelo juzgar a la gente por sus gustos ni intereses...—comienza a decir dubitativo y mi entrecejo se frunce «¿Y eso a mi qué?»—. Pero tengo cierta curiosidad en este momento, y no puedo quedarme con ella...

Otro Ritmo del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora