›Mirando el mismo cielo‹

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Hay una historia que a nadie le gusta contar, es de ese tipo de anécdotas que te rompen el alma en pedazos nada más que oyes la primera palabra. ¿Era la suya una historia de amor? Cada palabra que salía de los labios de Jay hacía que su cuerpo temblara, ¿cuándo habían aflorado estos sentimientos en su interior? Quería levantarse y correr a sus brazos, que le arropara como acostumbraba a hacer desde el día que se conocieron, él día que poco a poco ver si sonrisa se conviertió en un deseo y no una costumbre. Entrelazaron sus dedos sin siquiera pensar y Jay le dio un beso en la frente a Ni-ki, quería ser querido un poco más. Pegó la cabeza a su pecho y escuchó el latido de su corazón, era incómodo para él pues había crecido bastante en aquellas semana pero aquel sonido me calmaba. ¿Era Ni-ki el culpable de los latidos de ese precioso corazón?

—Nishimura Riki.— llamó su nombre con un japonés excelente.

—Ya te dije que no me llames así, hyung.— se quejó Ni-ki dándole un toque en el hombro.

Jay soltó una carcajada y acarició el pelo negro del japonés cuidadosamente mientras le mecía en un abrazo, quería estar así un rato más, pero si tardaban los chicos se darían cuenta.

—Tenemos que irnos, pequeño.— susurró buscando su mirada.

—Jongseong hyung.— llamó su nombre y le sonrió. —Solo un poquito más.

Jay pasó una mano por detrás de su oreja y después de decirle algo en japonés le dio un tierno y cariñoso beso.

"No tardaremos en llegar juntos."

El pequeño pelinegro se sorprendió al notar los labios del coreano acariciando suavemente los suyos, pero cerró los ojos inconscientemente y se dejó guiar en aquel beso que tuvo que acabar apresurado.

—Te odio.— susurró Riki al oído del mayor.

Ambos rieron como niños traviesos y fueron corriendo al sendero que llevaba a I-Land, ya era hora de actuar, era su hora de brillar.

En aquel escenario todo podía cambiar, el más mínimo fallo y todo acabaría para él, se animó a si mismo y después de abrazar a Jay una última vez subió al escenario para presentar aquella actuación que podría cambiar su vida una vez más, debía de hacerlo bien.

—GROUND figthing!— Jake y Youngbin gritaron de fondo, era hora de la verdad.

El sudor recorría su cara, nada más llegaron a Ground se dejó caer sobre las colchonetas que tenían para las partes en grupo de la coreografía y a su lado se tumbaron también Daniel y Jimin, todos estaban cansados y debían de esperar algunas horas para saber quiénes irían a I-Land así que había mucha tensión.

Ni-ki se levantó del suelo y se dirigió al espejo, tenía un idea, sería un buen líder y relajaría a sus chicos así que se puso en su posición favorita, era hora de brillar.

—No, está pasando otra vez.— dijeron Jay y Daniel como si supieran que estaba pasando.

—¡Con ustedes, Riki Jackson!— gritó Nicholas presentando aquella pequeña actuación rara.

Daniel que se sabía a la perfección el remix de Billie Jean que bailaba Ni-ki empezó a hacer el ritmo con beatbox mientras que el japonés bailaba y canturreaba la letra. Para sorpresa de sus compañeros Grounders qué no sabían que él era un amante de Michael Jackson, se sabía la canción de memoria y parecía disfrutar cada movimiento, si no subía a I-Land los monitores deberían de estar ciegos.

Todo iba bien hasta que los I-Landers llegaron. Todo fue tan rápido que nadie pudo llorar, las manos separándose y los abrazos acabando. Una historia de la que nadie querría oír, la historia de cómo le arrancaron el corazón a un chico y le arrebataron todo lo que quería de sus brazos. Ni un día, el mundo no le permitía ser feliz no un día.

Las promesas se vieron forzadas a romperse. Jay le sonreía intentando que no llorara, pero era casi imposible. Sunoo le abrazaba y acariciaba la cabeza mientras miraban el cielo. Ta-ki lejos de allí pero mirando apreció las estrellas y acarició la mano de Yoonwon suplicando por poder regresar a I-Land.

Porque su promesa fue hacer que ambos fueran estrellas y una vez más, Ta-ki le había mentido.

La promesa fue el cielo [En Edición]Where stories live. Discover now