〔 ⏳Buenos Días ⌛ 〕

169 30 37
                                    




Ojalá tus sueños sean libres como el viento. Ojalá pueda encontrar tu amor. Deja que la vida te sorprenda con caricias, caricias que te las puedo dar yo. Deja que mi beso aterricen en tu cuerpo. Ay, ojalá mi vida. Ojalá un día te quedes aquí. -Covi Quintana, ojalá.

CINCO AÑOS DESPUÉS

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

CINCO AÑOS DESPUÉS.

Cuando Youngjae despertó, su esposo ya no se encontraba en la casa, algo que se había convertido usual en los últimos meses. El menor había sido ascendido en su trabajo, ahora no solo era investigador, sino que también impartía clases y revisaba tesis, sus horarios se extendieron al doble. Al coreano le costó acostumbrarse, sin embargo, sus mañanas no eran tan solas como pensarían.

Al pie de la cama encontró un par de ojos grandes que golpeaban la cama con sus pequeños puños pidiendo ser alzada. —¿Cómo te saliste la cuna, Yeong Jae? —Preguntó Youngjae, saliendo de la cama para levantar en sus brazos a su pequeña hija.

Dambre. —Murmuró la niña, a lo que su padre besó su frente.

—¿Qué quieres comer, corazón? —Le preguntaba entre besos amorosos que le hacían reír camino a la cocina.

Duedos. —El padre ya conocía el peculiar idioma de su pequeña, así que al dejarla sobre su silla se dispuso a preparar los huevos que quería la infante.

Yeong Jae a sus vidas como un milagro hacía dos años, el proceso de adopción fue largo y el de adaptación aun más, sin embargo, eran una pequeña y feliz familia viviendo en el centro de la ciudad canadiense en una casa que compraron poco antes de la llegada de la niña a sus vidas. Youngjae dejó el plato con huevos revueltos y jugo natural en la silla de la infante y aseó la casa estando pendiente a su hija.

Cuando terminó el desayuno, la bañó, cambió, peinó sus cabellos y la acomodó en su corral de juegos que estaba en su oficina, lo había colocado allí para poder supervisarla mientras trabajaba, y porque no había mayor alegría en sus días que cuando la cargaba dormida en sus piernas a la hora de responder los correos electrónicos y hacer los últimos toques a sus proyectos artísticos.

Las horas pasaban volando entre el cuidado de su pequeña y su trabajo, aunque por fortuna ya había finalizado de lo último y ahora se dirigía a la cocina para preparar el almuerzo hasta que el sonido de su celular le distrajo. Levantó el aparato para atender la llamada sin fijarse quien era.

—Hola, amor. —Saludó Kunpimook y Youngjae sonrió.

—Hola, corazón. —Respondió, apoyándose de la isla de la cocina.

—Estoy a punto de salir a mi descanso. —Habló. — ¿Ya cocinaste?

El coreano negó. —No, acabo de sacar la carne ¿Por qué? ¿Pensabas venir?

—No. —Contestó. — Pero quería invitarles a comer, al restaurante que está por la universidad... Les extraño mucho.

—¿Si? —Preguntó riendo. — Lo dices como si hubiera pasado un año, solo ha pasado una mañana.

Ojalá ; youngbamWhere stories live. Discover now