Capítulo I

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—¡Gatito! N–no es lo que tú crees ¡yo no...—La castaña se alejó lo más que pudo del rubio mientras fingía total sorpresa y nerviosismo, sus ojos se llenaron de lágrimas y corrió hasta los brazos del guitarrista pero él la detuvo y caminó hasta el joven delegado.

—¿¡Qué es lo que pretendías!? ¡Habla!

El rubio se quedó en silencio y sorprendido por todo lo que estaba sucediendo, no daba crédito a todo aquello...debía ser una maldita broma de mal gusto, pero en el fondo él sabía que todo estaba perdido.

—Castiel, no es lo que parece...tranquilízate y hablemos con calma—. Tenía ganas de llorar, realmente quería llorar pero no le iba a dar el gusto a ella de verlo en tan mal estado, aquí el único que le importaba era él, necesitaba tranquilizarlo y hacer que le creyera.

—¡No le creas! ¡Fue él quien me puso las manos encima...¡Yo quería alejarlo!—. La chica corrió detrás de su novio y comenzó a jalar de su brazo con demasiada insistencia, su voz se escuchaba temblorosa, era obvio que se encontraba llorando completamente desesperada.

Castiel finalmente volteó a prestarle atención y le dolió verla en ése estado, nunca la había visto llorar de aquella manera y de pronto su vista se nubló de ira, apretó sus puños y volvió a girar para estar frente a frente con el rubio...no se detuvo a pensar en las consecuencias y finalmente se abalanzó a él y lo golpeó en la cara.
El delegado perdió el equilibrio un poco a causa del impacto y se quedó ahí...recargado en el escritorio con la mirada en el suelo.

—Así que prefieres creerle a ésa bruja...—Decidió romper silencio, su voz sonaba entrecortada, por la ira o las ganas de llorar, tal vez eran ambas.

—¿¡Cómo te atreves a llamarme así!?— La chica indignada alzó la voz con coraje viendo con superioridad al rubio.

—Debrah, tan solo cállate—. Castiel la detuvo en seco, sentía el gran dolor de cabeza que todo aquel problema le causaría.

—¡Pero bebé!...

—¡CÁLLATE!

Ella de inmediato guardó silencio pues nunca le había gritado de esa forma, se limpió las lágrimas con el dorso de la mano y rogó interiormente porque su secreto no saliera a la luz, pero Nathaniel alzó la vista y cómo si le hubiera leído la mente la vio directamente a los ojos y sonrió al ver la desesperación en la cara de la chica.

—Vamos, no te quedes callada y dile a Castiel lo que escuché hace unos momentos —. El rubio había recuperado el control de su voz, ahora se veía mucho más tranquilo y el anterior golpe parecía que no le había afectado en absoluto.

El pelinegro se encontraba ahora en medio de ambos sin saber que decir, pues no entendía nada de lo que estaba pasando.

—Yo...

El rubio avanzó hasta la chica y la arrinconó contra la pared para susurrar a su oído palabras llenas de odio.

—Eres lo peor y siento una enorme lástima de Castiel por fijarse en basura como tú sin embargo se lo tiene bien merecido por lo idiota que es —. La chica estaba completamente muda, se veía en sus ojos la rabia que comenzaba a consumirla pero no podía perder el control, no mientras Castiel estuviera presente. — ¡Dile! —. Golpeó uno de sus puños contra la pared, muy cerca de la cara contraria.

Estuvo a punto de gritarle un par de cosas más pero sintió cómo su brazo era jalado bruscamente, fue el pelinegro quien terminó por alejarlo de la chica y ahora lo sostenía por el cuello de su camisa.

—¿Eres tan cobarde cómo para amenazarla a ella?

Esas palabras se habían clavado fuertemente en su pecho, no podía creer lo que estaba escuchando y mucho menos podía creer que le hubieran dolido tanto, la confianza que se habían tenido había sido tan fácilmente destruida que parecía poca cosa.
En un arrebato de ira terminó por empujar a Castiel y de inmediato se lanzó a golpearlo mientras que el contrario también hizo lo mismo, ambos tirados en el suelo lanzando golpes contra el otro por las razones equivocadas y la causante de todo aquello observaba en una esquina de la habitación con una sonrisilla de satisfacción que ocultaba con sus manos.

El engaño (Castiel x Nathaniel)Where stories live. Discover now