DÉJAME COMPENSARTE

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Escritor:

ADRIAN URZE LOZANO

Harry recogió sus cosas y abandonó el aula junto con el resto de la clase. Los pasillos se llenaron de bullicio mientras seiscientos pares de pasos abandonaban el instituto. Harry solo fue una gota más en el océano.

Entre empujones y prisas por salir del edificio, los chicos y chicas prácticamente se peleaban por salir antes. Harry fue de los últimos. Se encontró con su amigo Daniel en la entrada y se alejaron juntos.

—¿Qué tal el día? —preguntó Daniel sonriendo.

—Como siempre —respondió Harry, abatido. Clavó la vista en el suelo mientras caminaban.

A lo lejos aún podían escuchar algunos gritos dirigidos a Harry. Maricón, comepollas... Todos los días eran exactamente iguales, todo los días recibía cientos de insultos de la mayoría de los chicos de su colegio. Especialmente del grupo de los populares.

—No les hagas caso, antes o después se olvidarán de todo —dijo Daniel.

—Yo no lo tengo tan claro —respondió Harry.

Un par de minutos después, los gritos dejaron de escucharse. Ya se habían alejado lo suficiente como para que Harry se sintiese un poco mejor.

Ambos recordaron cómo hace un par de meses, Harry decidió confesar sus verdaderos sentimientos a su mejor amigo Mikel. Era uno de los chicos populares del instituto, Harry no lo era, pero su amistad hacía que ambos se llevasen bien con todo el mundo. Sin embargo, cuando Harry, enamorado e ilusionado, confesó a Mikel lo que sentía por él. Entre los dos siempre había habido muy buen rollo, se conocían desde niños.

Pero la realidad estalló con fuerza en la cara de Harry cuando Mikel le rechazó. Le gritó, le insultó y se lo contó a todo el mundo. Al día siguiente comenzó el infierno de Harry.

Al llegar a su casa corrió a su cuarto y dejó la mochila sobre la cama. Bajó a comer con sus padres, con los que no hablaba mucho debido a su actual depresión. Ellos desconocían completamente el verdadero motivo del perpetuo silencio de su hijo. Harry solo decía que los profesores les estaban saturando a deberes y exámenes a tan solo tres semanas terminar las clases.

Después de comer se encerró en su cuarto y encendió el ordenador para comenzar a hacer alguno de los trabajos pendientes. No tardó mucho en distraerse y empezar a hacer otras cosas, como los videojuegos.

Al cabo de una hora se dio cuenta de que no había avanzado nada, dejó Youtube, y continuó con sus ejercicios. Pero una vez más, a los diez minutos se distrajo. Sus ojos recorrieron una pared de su habitación hasta detenerse en una fotografía enmarcada.

Suspiró al ver a Mikel.

Sabía que no debería haberle dicho nada. Cada día se arrepentía de haber tomado aquella

fatídica decisión. Si tan solo hubiera pensado un poco más...

Mikel le había despreciado, humillado y prácticamente olvidado. Harry no podía hacerlo, a pesar de todo lo que había pasado, aún amaba a Mikel.

Devolvió la mirada a la pantalla tratando concentrarse. Logró avanzar un tercio de todas las tareas que tenía pendientes. Para entonces eran las seis del tarde. Decidió bajar un rato, sus padres no estaban en casa. Se tumbó en el sofá y encendió la televisión un rato.

Media hora después se acercó a la cocina, donde había una nota de sus padres en la puerta del frigorífico. Le habían dejado la lista de la compra y además le decían que iban a ver a su abuela. No le habían dicha nada porque no querían distraerlo de sus tareas. Pero Harry estaba acostumbrado a esa clase de notas.

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