CAPITULO 4: OLLIVANDER

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- Harry Potter y Draco Malfoy, sabía que pronto vendrían aquí -

Ambos niños se miraron sorprendidos, no sabían como reaccionar, Draco sabía que su madre lo llevaría a la mejor tienda de varitas y que esta elegía al mago, pero fuera de eso no sabía nada más, Harry por otro lado, no tenía la menor idea de cual era el proceso para obtener una varita

- Empecemos con usted, joven Malfoy - Habló el hombre acercándose a Draco y pidiéndole que extendiera su brazo dominante, el chico comento ser ambidiestro por lo que Ollivander asintió con una sonrisa - Será más sencillo y ya tengo la indicada -

- Genial - 

- Aquí, madera de espino y núcleo de pelo de unicornio, veinticinco centímetros - Draco tomó la varita y la agitó funcionaba a la perfección - Esta varita es razonablemente dócil, también se siente en casa cuando el mago que la porta se encuentra en un periodo de agitación, cuando usted se sienta incapaz, su varita funcionará como nunca, es parte de su lealtad, ahora, necesito que escuche con atención porque lo que le diré a continuación deberá ser un secreto para su padre -

- Claro - Draco estaba acostumbrado a guardar mucho con Lucius, su lazo no era tan fuerte como el que tenía el rubio con su madre

- Una varita con un núcleo de pelo de unicornio, no es la más poderosa para las artes oscuras, incluso muestra que el mago posee una gran bondad, de no ser así el pelo de unicornio muere, su magia es consistente y no suele bloquearse - El hombre de ojos platinados miraba al pequeño frente a él - Joven Malfoy, solo ha existido una persona en su familia con el mismo núcleo, su madre y puede que esta varita no sea la más poderosa, pero si su corazón continua con esa bondad, ella se mantendrá fiel a usted siempre haciendo los mejores hechizos -

- Lo haré señor - 

- Ahora joven Potter, su turno -

- Debo irme, Harry, te veré en unos días -

El azabache se despidió de su primer amigo mientras estiraba su brazo derecho, Harry era diestro, Ollivander sonreía encantado

- Tiene los ojos de su madre, veintiséis centímetros de largo,  elástica y de sauce. Especial para encantamientos, por otro lado su padre a quien usted se parece físicamente prefirió una varita de caoba, veintiocho centímetros y medio, poco flexible pero especial para transformaciones y un poco más poderosa -

- Señor, ¿recuerda cada varita? - 

- Así es, nunca hay dos varitas iguales, lamento decir que incluso vendí la que le hizo esa marca, treinta y cuatro centímetros y cuarto, una varita extremadamente poderosa que terminó en las manos equivocadas -

Ollivander le dio a Harry 3 varitas distintas, por lo que ya lo consideraba un cliente difícil, fue a la cuarta que pensó sorprendido y tomo una caja que se encontraba al fondo, incluso tenía algo de polvo, veintiocho centímetros, flexible, bonita, de acebo y pluma de fénix, el azabache sintió la unión justo cuando sus dedos tocaron la varita, esa era su varita

- Curioso... Realmente curioso -

- ¿Por qué lo dice? -

- La cola de fénix con la que se hizo tu varita, dio una sola pluma más. Lo curioso de que estuvieras destinado a esta varita es que fue su hermana la que te hizo esa cicatriz - 

- Gracias por la varita, señor - Habló el chico con un nudo en la garganta mientras 

- Para servirle, señor Potter, se esperan grandes cosas de usted -

Antes de que el sol se pusiera, Ollivander guardaba las varitas que no habían escogido a ninguno de los futuros estudiantes de Hogwarts, fue entonces que entró una pequeña niña de cabello castaño y rizado

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Antes de que el sol se pusiera, Ollivander guardaba las varitas que no habían escogido a ninguno de los futuros estudiantes de Hogwarts, fue entonces que entró una pequeña niña de cabello castaño y rizado

- Hermione Jean, supe que llegarías pronto -

La niña sonrió, sus padres siempre le habían dejado en claro que era adoptada pero que aún así la amaban, por lo que cuando Minerva McGonagall se apareció en su casa para contarle que sus padres fueron grandes magos que habían muerto en guerra la pequeña lo tomo bien, esperaba encontrar más sobre ellos en Hogwarts

- Tiene la sonrisa de su madre y los ojos de su padre, aunque eso parece ser que no me concierne decir - 

- Un gusto conocerlo, señor Ollivander -

- Levante su brazo, por favor - La niña lo hizo mientras una cinta métrica medía por el anciano, los señores Granger miraban a su hija orgullosos, Jane y Robert le habían dado todo aquello que podían a Hermione, excepto una cosa, la verdad sobre sus verdaderos padres, se lo habían prometido a Dumbledore la tarde del 3 de noviembre

- ¿Todo bien? - Preguntó Hermione al ver al hombre sorprendido

- Sí, encontré la indicada, veintisiete punto tres centímetros, una varita estilizada con madera de vid y con un núcleo de fibra de corazón de dragón, flexible y excelente para conjurar hechizos - 

La pequeña sintió un cosquilleo en los dedos cuando tomo la varita, que definitivamente acababa de escoger a su dueña, Ollivander sonrió, el mismo núcleo de su madre, los señores Granger sonrieron sorprendidos, no sabían que era posible conseguir la varita a la primera

- Señorita Hermione, una varita con ese núcleo es poderosa, aprenden hechizos más rápido que otras, pero también son las más difíciles de usar en las artes oscuras y es también la que más accidentes puede causar si el mago que la usa pierde el temperamento, nunca permita que la alejen de usted a menos que el vínculo sea fuerte, de otra manera dejara de pertenecer a usted -

La niña asintió mientras pagaba, Ollivander estaba fascinado, esperaba grandes cosas de ella también, él mejor que nadie sabía a que estaba destinado cada uno de ellos

La Piedra Filosofal | DRAMIONEWhere stories live. Discover now