azotes

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paul x corey

Corey siente su rostro realmente húmedo; es una extraña pero agradable mezcla de lágrimas, saliva y sudor. El reciente sexo dejó su respiración agitada y, por lo mismo, su pecho sube y baja con rapidez. La esfera de la mordaza en su boca no le permite tomar bocanadas de aire con libertad y debe apañárselas con respirar por la nariz.

Deja salir un suave gemido cuando siente unos besos en su cuello. Siempre le ha gustado la sensación de los labios de Paul en esa parte de su cuerpo.

Corey lleva las manos a la parte trasera de su cabeza para desabrochar la mordaza, pero Paul lo detiene y le da una mirada que lo hace sentir nervioso.

— No te la vas a quitar.

La orden confunde un poco a Corey, pero no le toma importancia y trata de quitar esa cosa de su boca una vez más. Paul no repite sus palabras otra vez y rápidamente voltea a Corey, cosa que no es difícil porque es más pequeño, llevándole las manos a la parte baja de su espalda.

— Dije que no.

Los ojos del menor tiemblan levemente. Esto es nuevo y no entiende el por qué de esa repentina actitud. Mueve las manos al tiempo en el que trata de decir algo, sin éxito porque solo salen sonidos inentendibles de su boca.

Una de las manos de Paul se pasea por su espalda y juega con su cabello; eso es algo que suele relajarlo, pero no en este momento. Deja de sentir el tacto y trata de voltear, pero el peso del cuerpo ajeno sobre el suyo se lo impide. Entonces siente algo suave rozar su brazo derecho. Frunce el ceño al tratar de adivinar lo que es mientras la sensación pasa de su brazo a sus manos, y finalmente lo entiende cuando este material suave envuelve sus muñecas con fuerza, dejando sus brazos fuera del juego.

— No te preocupes. —El tono de voz de Paul hace que su estado de alerta disminuya, pero aún no sabe qué pasa y eso no le gusta.

Paul voltea nuevamente el pálido cuerpo del menor, viéndolo a los ojos y notando que levanta las piernas a la altura de su vientre y junta las rodillas, tratando de cubrir su desnudez, con los brazos inmóviles detrás.

— ¿Estás asustado? —Corey no sabe cómo interpretar la sonrisa y el tono de voz de su pareja, así que no responde. Paul suelta una risita al ver la mirada en Corey para luego darle un besito en la nariz.— No te preocupes, solo voy a hacer que pagues por las fotos que enviaste hace unas horas en mal momento. Te dije que lo haría, ¿no?

Esta vez, dirige sus manos a los muslos de Corey y los separa sin usar mucha fuerza, admirando el cuerpo del más pequeño.

— ¿No querías probar los azotes? Estoy seguro que ese era tu objetivo. —Paul hace una pausa para observar la reacción de Corey. Primero una mirada de confusión sale de esos bonitos ojos claros, que en seguida cambia a una mirada suplicante y balbuceos ahogados contra la mordaza. Por mera diversión lleva un par de dedos a la entrada de Corey, que sigue algo dilatada, y roza constantemente con la yema de sus dedos, sintiendo cómo el menor se estremece.

— ¡Mgh! —el sonido que produce Corey casi parece un sollozo, dejándole ver al mayor que aún sigue un poco sensible.

Paul le deja un beso más, esta vez en el pecho, y en seguida toma el cuerpo de Corey y lo acomoda boca abajo en la cama, alzándole la cadera un poco y dejándole una almohada debajo de su entrepierna para ayudarle a mantenerse de esa manera, de modo que tenga una vista completa del trasero que pronto va a tener sus manos marcadas.

— ¿Cuántos azotes crees merecer?

Su pregunta es respondida cuando Corey levanta seis dedos. Este voltea el rostro para ver a los ojos a Paul, diciéndole de esta manera que no va a aceptar ni uno más. Y Paul lo piensa un momento, hasta que al final decide:

— Doce.

Los ojos de Corey se abren con sorpresa y su voz ahogada vuelve a sonar, insistente.

— Bien... nueve.

Sin esperar respuesta, el mayor está listo para dar la primer nalgada, no sin antes tratar de relajar el cuerpo ajeno con unas cuantas caricias. Ayudan un poco, teniendo en cuenta que Corey ya sabe lo que está sucediendo, sin embargo mantiene los puños apretados hasta que sus nudillos son blancos, porque sabe que va a doler.

— ¡Mhngh! —La primer nalgada llega y con ella el ardor.

— Uno.

La mano de Paul es pesada y eso hace que el trasero de Corey tome un color rosado de inmediato; tal vez nueve sean demasiadas para iniciar, pero se las merece.

No espera mucho y da el segundo golpe, luego el tecero y el cuarto. Se detiene antes del quinto para darle un respiro al menor, cuyas piernas tiemblan levemente mientras quejidos ahogados continúan saliendo.

Paul le levanta el rostro suavemente; pasa su pulgar por una de las mejillas coloradas y húmedas y aprovecha a limpiar unas lágrimas, y con los ojos entrecerrados de Corey tratando de seguirle los movimientos baja hasta la esfera entre los pálidos labios, pensando que es hora de quitarla del camino.

— Te has portado bien, tal vez sea bueno premiarte eso.

Desabrocha esa cosa y la tira a un lado de la cama. Puede ver el alivio en el rostro de Corey y se acerca a darle un beso que es correspondido con gusto. No le sorprende, porque sabe que Corey disfruta de este tipo de cosas y tampoco tiene que preocuparse mucho por el dolor que le causa. En cierto modo, Paul es de esta manera porque Corey se lo pedía.

— Quedan cinco. —Dice el menor, bajando la cabeza contra la cama nuevamente—. Termina de una vez.

Mueve la cadera con sugerencia mientras dice estas palabras y Paul no es quién para negarlo.

— Termina de contar. —Le ordena y en seguida llega la siguiente nalgada.

— Oh, Dios, ¡cinco! —Corey gime con libertad mientras se mueve contra la almohada en su entrepierna, la fricción le resulta insuficiente, pero al menos es algo.

De repente, los gruesos dedos de Paul se envuelven en el cabello de Corey y jalan con fuerza, sacándole un gruñido y haciendo que levante la cabeza.

— Deja de moverte.

La orden solamente hace que los espasmos de excitación de Corey sean mayores y su necesidad de atención en su entrepierna crezca. Solo para jugar con Paul, mueve su cadera hacia atrás hasta rozar con el cuerpo del mayor. Obtiene la reacción que deseaba y no se abstiene de gritar cuando el agarre en su cabello se hace más fuerte.

Paul no va a permitir que su autoridad en este momento sea un juego, así que empuja la cabeza de Corey contra la cama y continúa con los azotes, esta vez sin darle tiempo de contarlos siquiera. De todos modos, solo quedan cuatro. 

Uno tras otro, las nalgadas son alternadas entre ambos glúteos con fuerza. Corey solo puede arquear la espalda y retorcerse mientras deja salir extraños sonidos, entre gritos y sollozos ahogados contra la suave superficie. 

Cuando llega a los nueve, Paul suelta el cabello de Corey y aprecia la piel irritada y roja. Nota también la nueva erección en el menor y su cuerpo jadeante, acostado con tranquilidad; puede escuchar una que otra grosería dirigida hacia él, pero no le importa. De hecho, ahora que lo piensa, esto ha hecho que Corey se calme, así que comienza a considerar la idea de azotarlo no solo en el sexo.

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ola dios soy yo denuebo u.u

creo q esto no debería llamarse kinktober, je

kinktober¿? ⚠ [ slipknot ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora