Capítulo 12: Encontrando a mi destino

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Un sujeto grandote, que parecía tener alrededor de 25 años de edad y que vestía con una capa negra, con un toro de color rojo estampado en el medio de esta, se abrió camino entre todos. Mostrándose furioso y con una vena hinchada en su cuello, gritó:

"¿Quién demonios se atreve a causar problemas en la base de los Toros Negros?"

Simultáneamente, otros dos sujetos altos y musculosos, que portaban la misma capa oscura, salieron desde una esquina y gritaron al unisonó:

"¡Te mataremos bastardo!"

"¡Así es! ¿Quién mierda te crees que eres?"

Una voz totalmente imponente, les respondió con soltura:

"Mi nombre es Owen Shan, Gran Mago y pilar fundamental de la Academia Celestine, me apodan como el Señor del Magma, soy el guardián supremo del Volcán Lamil por decreto real, heredero principal de la Torre de Rignos, representante de la raza humana en los últimos Grandes Juegos Mágicos del Imperio Elessar y hombre récord durante 37 duelos continuos, pero, ustedes me conocerán como el futuro exterminador de una facción de aprendices indisciplinados, que se atrevió a mostrarse arrogante ante mí presencia".

Los rostros de los aprendices eran estáticos. Y la furia que sentían, se convirtió en un terror absoluto. Eran como conejos de la pradera que se encontraron con un poderoso tigre de frente, quedándose paralizados del miedo.

Los pocos que lograron utilizar sus músculos para hacer algo; retrocedieron lentamente, con pasos cortos, listos para echarse a correr en cualquier momento.

Los tres grandes sujetos que hablaron antes, ahora parecían cachorritos compungidos; que tenían miedo de respirar demasiado fuerte. Pero, no tardaron demasiado en remediar sus palabras:

"Oh, poderoso Gran Mago ¡Lo sentimos mucho!"

"Gran Mago Shan, le aseguro que todo esto es un mal entendido. ¡Usted en realidad es mi héroe!"

"No supimos reconocer a la grandeza cuando estaba en frente nuestro. ¡Por favor díganos como podemos ayudarle!"

"..." Owen realmente buscaba intimidarlos, pero se sorprendió con la rápida respuesta de estos sujetos; que parecían expertos en intimidar al débil y todavía mejores para halagar al fuerte.

« Creo que exageré un poco al nombrar tantos títulos juntos. De hecho, a veces extraño aquellas épocas, cuando era un joven mago desconocido y todos me subestimaban en exceso. Si, aquellas batallas eran las mejores. Ahora ya ni lo intentan... » con una amarga sonrisa en su rostro, Owen tuvo algunos pensamientos fugaces.

"Está bien, no se preocupen. Y lamento mucho lo de su reja de entrada, pero estaba apurado." soltó Owen, sin el menor indicio en su tono de voz de realmente lamentar algo.

"No se preocupe por este detalle, de todas formas, estaba vieja y ya teníamos que cambiarla pronto. ¿Verdad, chicos?", soltó uno de los sujetos, mientras sostenía sus propias manos nerviosamente.

"¡Eso es! ¡Ya estaba muy vieja! ¡Hehe!", agregó otro, forzando una sonrisa asustada y haciendo eco de las sandeces del primero.

"¡Eso es algo bueno! Siendo así, creo me deben un favor ahora; ya que les ayude a quitarla gratuitamente", mencionó Owen, con la mejor cara de poker que tenía.

"¡Por supuesto! Le debemos mucho... Por favor, díganos como podemos ayudarle." declaró otro, en un tono totalmente ridículo, que hizo a Owen sonreír en su mente. Finalmente, el Gran Mago se aburrió de intimidarlos y preguntó:

"Estoy buscando a una chica, de alrededor de 20 años de edad, con cabello castaño y ojos color miel. ¿La han visto?"

Los aprendices de la facción de los Toros Negros se miraron entre sí con cautela y miedo. Algunos rostros llenos de pánico fueron percibidos por Owen.

"Si me permite preguntar... ¿Por qué razón está buscando a una chica con estas características?", musitó uno, en un tono casi inaudible.

Owen Shan frunció el ceño con fuerza y preguntó nuevamente, en un tono más severo:

"¿La han visto?"

"¡Si! ¡Esta aquí!" escupió un joven, que se quebró al instante, frente a la presión provocada por el Gran Mago. Algunos lo miraron con odio, pero nadie mencionó nada.

"Bien, llévame con ella." sentenció Owen, adelantándose.

La multitud se abrió para cederles el paso y el joven aprendiz lo guió por la enorme base subterránea, mientras se ponía cada vez más nervioso con cada paso que daba. Finalmente, juntando todo su valor, se excusó:

"Gran Mago Shan, me temo que quizás hayamos cometido un pequeño error..."

¿A que te refieres?" preguntó Owen, con el ceño fruncido.

"No sabíamos que esta joven era importante para usted y la capturamos con algo de brusquedad, ya que merodeaba por los alrededores de nuestra base sin un rumbo fijo." explicó el joven, con cautela.

"Responde rápido. ¿Ella sigue con vida?" interrogó el Gran Mago, con brusquedad.

El joven aprendiz tragó salida y soltó:

"Debería estarlo... Quiero decir... ¡Debe seguir con vida! ¡Si lo está con total seguridad!"

El nerviosismo del aprendiz era total ahora.

Luego de caminar durante dos minutos, doblaron en un pasillo y superaron un pesado portón de madera; hasta que finalmente alcanzaron una zona oscura y húmeda, con pésima calidad de higiene, donde las ratas y los bichos podían verse a simple vista.

"El líder nos hace arrojar roedores e insectos a este salón sellado, cada cierto periodo de tiempo, para evitar que los cautivos se mueran de hambre o duerman con tranquilidad." explicó, con el rostro asqueado, el joven aprendiz.

El aire aquí estaba totalmente viciado y permanecer durante un tiempo prologado en este lugar era una tortura en sí mismo.

Owen Shan pudo observar a una serie de celdas pegadas, una al lado de la otra, con robustos barrotes metálicos y un piso totalmente sucio, repleto de orina y excremento. El lugar no podría oler peor.

En una de las celdas, la joven que tanto había buscado, se encontraba quieta; apoyada contra una fría pared.

En realidad, la joven no parecía estar viva, ya que, no se movió a pesar del ruido provocado por el enorme portón de madera al abrirse. Ni tampoco se alarmó con la luz artificial que entró en el oscuro cuarto, proveniente de las piedras brillantes que estaban incrustadas en las paredes del pasillo anterior. Simplemente, parecía no estar respirando.

"Si está muerta, todos sufrirán el mismo destino hoy", sentenció Owen, mientras forzaba los barrotes de la celda, con pura fuerza bruta, doblándolos como si no fueran nada en absoluto.

El joven aprendiz se puso totalmente pálido y comenzó a sudar grandes gotas, mientras comenzaba a recitar sus últimas oraciones.

¡Nunca antes deseo que alguien estuviera vivo con tanta fuerza!

El Mago y la Princesa Imperial ✔️ Libro 0 ✔️ Deidades Arcanas saga ✔️ PrecuelaWhere stories live. Discover now