-Capítulo III-

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Llegaron sin retrasos a la gran estructura. Había muchos autos estacionados y más arribando, desde marcas caras y conocidas hasta marcas antiguas y con partes reconstruidas. Más adelante en la misma calle, en una pequeña casa, la policía se había instalado con precaución junto con un equipo de seguridad listo para irrumpir en cuanto oyeran la orden. A Kambe no le parecía necesario verse envuelto con la policía de otra cuidad, él podría movilizar a profesionales en defensa militar si quisiera, pero por insistencia de Kato en hacer las cosas del modo ordinario aceptó que se encargue de los detalles. Además, era un hábito recurrente en dicho grupo criminal investigar a la policía antes de elegir una ciudad para uno de sus encuentros clandestinos, precisamente para evitar emboscadas. Por eso la policía local aceptó la ayuda que los detectives con el trabajo sucio, es decir, con internarse directo en la boca del lobo.

-Bien.- Se acomodó la corbata el de cabello pardo. -Vamos, Kambe.- Amagó abrir la puerta del vehículo, pero la sublime voz del otro lo detuvo.

-Inspector Kato.-

Este frunció el entrecejo y le clavó una ligera mirada de sospecha, la misma que empleaba cuando tenía la sospecha de que un testigo mentía.

-¿Qué?-

La mano de Daisuke se ubicó en su cabello mullido y lo movió como si lo acomodara. Haru no pudo ignorar la electricidad que recorrió su espalda debido al toque.

-Listo.- Le acarició la sien con aire de aparente accidente.

-Ya vámonos.- Articuló como pudo, salió del vehículo y cerró la puerta con fuerza.

Un leve rubor se había pintado en sus mejillas y confió en que su rapidez lo hubiera ocultado, pero Kambe sí lo había visto y sonrió victorioso antes de abandonar el auto.

Le dieron una mirada a la luna tapada por las nubes. Se veían pocas estrellas. Parecía que el cielo hubiera sido encerrado por la oscuridad más negra que existe y solo las enceguecedoras luces blancas del recinto existieran para ellos. El tiempo era cálido.

Se aproximaron a la entrada a un ritmo constante y compartieron una última mirada de complicidad antes de acercarse a los tres enormes guardias que cuidaban la puerta.

-Buenas noches.- Dijo Kambe antes de permitirles hablar primero. -Soy Daiki Aoyama y él es Haku Takahashi. Estamos en la lista de ''nuevos participantes '' según me confirmó el señor Kenichi. Me comuniqué con él la semana pasada para...-

-Está bien, pasen.- Interrumpió uno de los guardias sin fingir profesionalismo alguno cuando Daisuke nombró al único hijo del organizador del evento.

Pasaron sin complicaciones y la música rimbombante del interior fue aumentando su volumen según sus pasos los adentraban. Daisuke acercó su boca al oído de Haru.

-Te dije que no iban a pedirnos documentos ni tarjetas si nombrábamos a Kenichi.-

-Fue suerte.- Giró la vista molesta hacia él. -Son incompetentes como guardias.-

-Disculpen.- Les impidió el paso otro hombre, esta vez demasiado grande, cuyas manos como patas de oso hicieron señas hacia arriba. -Necesito controlarlos.-

Los detectives estiraron los brazos y piernas y luego de un breve chequeo, el tipo los dejó seguir. Haru tuvo un incómodo déjà vu y Daisuke se puso los lentes oscuros.

-Te ves ridículo usando eso aquí dentro.-

-Solo estoy escaneando. Veo que hay individuos muy bien armados.-

-Funciona igual con cualquier evento donde grupos turbios como este invitan a nuevos ingresantes. No hay confianza en el miembro nuevo.- Explicó. -Se toman sus precauciones.-

Deseo encubierto - DaiharuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora