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Doloroso. El cuerpo le dolía como si acabara de ser arrollado. Sentía el sabor a metal en su boca y algunos moretones comenzar a formarse en su rostro. Miró detrás, un chico pelirrojo con la nariz rota estaba en el suelo. Un motero tenía sangre en la cabeza, producto de ser golpeado con un pupitre. Un delegado que golpeaba la cara del motero con sus dedos, tratando de despertarlo, claramente preocupado. Un adivino con un compás clavado en la mano y retorciéndose de dolor mientras lloraba. Un otaku tirado en el suelo inconsciente, Naegi lo había golpeado repetidas veces con una silla. Y un pequeño programador tirado al lado de Ishimaru, al pequeño Fujisaki fue al único que pudo ganarle peleando "limpio".

Sentía como si su cuerpo se fuera a desplomar en cualquier segundo, pero él seguía avanzando, arrastrando uno de sus pies. Nunca había sido tan apaleado en su vida. Lo único que evitaba que sangre saliera de su nariz era unos pañuelos que había sacado de su mochila y que se había puesto dentro de la nariz. No podía decir que no se esperaba esto.

—Wow, estás destrozado —espetó una voz con diversión.

—¿Qué quieres, Enoshima...?

—Nada, simplemente hablar, ¿ya completaste tu juego? ¿Grabaste a Kir...?

—No lo hice con Kirigiri.

—¿Eh? ¿Por qué no?

—Me... arrepentí, creo.

—¿Cómo que "crees"?

—Estuve... No tengo por qué darte explicaciones, no, no lo hice con Kirigiri. ¿Quieres saber algo más?

—¿Crees que te expulsen por esto?

—Probablemente, sería raro si no lo hicieran.

—Bueno, supongo que es la despedida, es una pena, me hubiera gustado que formaras parte de mi juego.

—¿De qué se trata tu juego?

—No daré spoilers, ya te lo dije. Por cierto, ve al jardín botánico, alguien quiere hablar contigo.

—¿Quién es?

—Lo sabrás cuando lo veas, ya te di el recado.

Naegi suspiró, subir las escaleras iba a ser una tortura, pero una tortura que cumplió. Subió hasta el último piso de la academia y se encaminó hacia el jardín, tal y como le había dicho Enoshima. Dentro sólo había una persona, una chica de cabello lila que lo miraba con el ceño fruncido.

—¿Me llamaste?

—Eres alguien horrible.

—Lo sé.

—Eres despreciable.

—Así es.

—Y mientes a un nivel que ni siquiera el Observador Definitivo pudo ver.

—Eso me hace sentir halagado.

—¿Por qué hiciste todo esto?

—¿Por qué la gente hace las cosas? Porque está aburrida, Kirigiri. Quería coger, me puse una meta a cumplir y fallé.

—¿Qué planeabas conseguir con todo esto?

—Nada, solamente sexo.

—¿Cuál era tu maldita meta?

—Oh, bastante simple en realidad, tirarme a cada una de las chicas de nuestra clase. Maizono, Asahina, Celes, Enoshima, Ikusaba y tú.

La chica hizo una mueca mientras sus puños se apretaban, ¿ese chico dulce y amable que había conocido acaso nunca existió?

¡Qué empiece el juego! (Naegi x Harem)Where stories live. Discover now