Capítulo 5 💙

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Franqueza.

Sucedió lo mismo. Invito a salir a Kaito porque sospechaba de él.

La misma noche que el ladrón fantasma robaría, solo que esta ocasión desapareció, como si ya no le importará ser descubierto.

Porque para este punto, Aoko estaba casi segura de que el ladrón y él eran el mismo. Y al parecer, robar era más importante que su cita.

Que patético. La palabra esperanza de esfumó cuando lo vio llegar a casa con el traje de ladrón, desde la oscuridad de su habitación contempló como entró dentro del cuadro de su padre que al parecer resultaba en una puerta.

Traicionada, así se sentía. Como si toda su vida fuera una mentira. Y es que Kaito era tan cercano que parecía ser una traición de parte de su misma familia.

Sonreía con amargura mientras caminaba por Tropical Land. La noche abarcaba el cielo. Se plantó en aquella fuente donde antes Kaito le había dicho dulces palabras.

Las luces de colores danzaban junto al agua y ella se limito a sentarse por ahí a comer un helado con la cabeza cabizbaja.

En su mente, ninguna razón ni nada lógico podría justificarlo.

Había hecho sufrir y pasar penas a su padre. El ladrón que tanto odiaba era su querido mejor amigo. Kaito Kid era Kaito Kuroba, el chico que le gustaba.

—Aoko. —lo llamó una fría voz, frente a ella.

Los azules ojos de Kaito parecían tener un brillo apagado, como si toda esa rebosante alegría característica de él se hubiera esfumado.

La joven ni siquiera se giró a verlo, basto oírlo para que sus lágrimas comenzarán a caer.

El joven se tiró en el suelo, una reverencia de disculpa, que en otras circunstancias sería exagerada.

—Lo siento. Yo... —dijo tembloroso. —Mi padre...

Aoko se levantó de pronto.

—¡Te odio! —dijo entre sollozos de furia para salir corriendo de inmediato.

Sin embargo, Kaito la alcanzó.

La rodeó en un abrazo. Ella no opuso resistencia, solo se rindió, ya no había más que pudiera hacer.

Kaito intento explicar todo de una manera sencilla y rápida.

La joven se calmó.

—Eres un idiota. —susurró Aoko.

Una rosa azul apareció frente a ella.

—Lo siento, Aoko. —dijo sincero.

Rosas Azules.Where stories live. Discover now