Capítulo 2

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Existe un error común en cada ser humano. Creemos que al brindar confianza recibiremos reciprocidad. Afirmando que al dar amor, lealtad y compromiso seremos recompensados de la misma manera pero no es así. Y aquello era algo que Hermione Granger, le tocaba afrontar en la soledad de su habitación.

Unas cuantas lágrimas adornaban sus mejillas mientras en sus manos los harapos de lo que en algún momento fueron un vestido de novia se empuñaba con fuerza. Su estado de serenidad era casi tan frágil y perturbador como el de alguna muñeca de porcelana vacía de alma.

Había desquitado su frustración y rabia en cada accesorio que utilizaría en un día que jamás iba  a llegar. Cada arreglo, diadema y ropa se habían convertido en desechos deformes fieles representantes del estado de su mente en aquellos instantes.

Todo se revolvió en su cabeza. La inconformidad de no acabar con cada espacio de aquella casa que representaba lo que en algún momento fue con Ronald, hacía estragos en su mente perturbada por el dolor de la traición.

Intento gritar. Iracunda de aquél dolor ferviente que le estaba desgarrando pero su garganta no emitió ningún sonido estridente. Un murmuro carente de fuerza escapo de sus labios mostrando el suplicio interno que le agotó las fuerzas.

Pudo escuchar el ego resonante de unas suelas avanzar por el pasillo que conecta a la habitación donde se encontraba. Las bisagras rechinaron ante la premura con la que la puerta fue abierta.

─ ¿Qué  hiciste? ─ Le escucho decir al responsable de su dolor. El hombre estaba impresionado y a su vez alterado. Sin soltar los retazos del vestido se levantó como mejor pudo y lo enfrento.

Encaro años de su vida de pie  frente a ella ya desechos en el martirio que él se atrevió a crear. Su barbilla tembló pero aún así se atrevió a retarlo con la mirada en un gesto de prepotencia.

─ ¿Qué hice yo? ─ Cuestiono ella. Su voz fue un jadeo ronco tan deplorable como su imágen en aquél momento. ─ ¿Que hiciste tú? ─ Interrogó sin perder la paciencia.

Ronald, se pasó las manos por su cabello alborotàndolo en el acto.  ─ Nada. Yo no he hecho nada. ─ Gimió con desesperación sin intentar acercarse.

─ Entonces ¿Qué hacés acá si no has hecho nada? ─ Su estado taciturno bajo un estelar de dolor era visible para el pelirrojo.

─ Lo siento ¿Si? No fue mi intención. No quise hacerte daño.  ─ Resopla ante su propia confesión. ─ Fue solo una vez. Una noche. Yo te amo...

─¡CÀLLATE! ─ Grito interrumpiéndolo. Dejó caer lo que sus puños sostenían y paso ambas manos por el contorno de su silueta limpiando el rastro de sudor que las envolvían ─. Solo cállate y vete. ─ Pidió con amargura.

─ No voy a dejarte. Ella no significo nada. Vamos a casarnos, por favor perdóname Intento acercarse y tomar las manos de la muchacha.

Hermione retrocedió en sus pasos zarandeàndose en el acto. ─ ¡Suéltame! ¡No me toques! ¡Me das asco! ¡ASCO! ─ Miro el instante en que sus palabras hirieron al muchacho. ─ Te quiero lejos de esta casa. Te quiero lejos de mi vida. ─ Demandó buscando los pedazos de aquel vestido y lanzàdolos en dirección de Ronald. ─ Ahora Ron ¡Sal ya de mi vida! ¡AHORA! ─ Callo cuando lo vio salir de aquella habitación.

Sus piernas cedieron y se dejo doblegar ante el sufrimiento de su alma. Instintivamente sus manos taparon su boca tratando de silenciar sus sollozos y se volvió ver así misma sola en aquella habitación saboreando la desdicha del engaño.

Tan solo unas horas atrás su vida rozaba la perfección por la que tanto se había esforzado y ahora... Ahora sabía que aquello fue una falsa tetra del destino que se encargaba de desmotrarle la realidad absoluta. Esa donde su novio la engañaba con otra y que todos sus supuestos amigos parecían conocer.

Una noche ¡Claro! Seguramente una noche ese último mes. Porque aún frente a ella no tuvo el coraje de admitir que llevaba más de tres meses engañàndola.

Con una vez no lo hubiese perdonado, pero posiblemente fuera creído en su arrepentimiento y le daría el beneficio de la duda para continuar una amistad. Pero no fue una vez. No pudo ser una vez en tres meses.

Fue una estúpida, la trato como una imbécil. Con disculpas baratas le vio la cara, se aprovecho de su cariño y su confianza. No le importo el amor que sentía por él, no le importo ella.

Por el fin el grito salió de su garganta. Liberando la presión infame en su pecho y jadeo dejándose caer en posición fetal unos instantes antes que la rabia y el asco la embargabaran. Corrió - una vez de pie - y se adentro en la ducha.

Se desvistió lo más rápido que pudo y dejo que el agua mojara su cuerpo. Busco la esponja de baño y aplicó el gel sobre ella restregando con fuerza sobre sus extremidades.

Quería limpiar cada lugar de su piel que hubiese tocado. Quería borrarlo de su cuerpo.

Dejó caer la esponja, estiro ambos brazos apoyàndose sobre las baldosas que cubrían la pared. Se permitió llorar por última vez, porque sería aquella la última vez que lloraría la traición de Ronald Weasley.

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