孤 独 •4

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El patio trasero de la escuela se extendía bajo el implacable sol del mediodía. Hoy era día de gimnasia, y el profesor había propuesto un juego de quemados. Los murmullos de descontento resonaron entre los estudiantes, quienes consideraban el juego demasiado infantil para ellos. Sin embargo, Hairo Kineshi, el animado representante de la clase, estaba decidido a cambiar esa percepción.

— ¡Dejen de quejarse! —exclamó Hairo, saltando con energía— ¿Qué importa si es infantil? ¡Revivamos nuestra niñez! ¡Hagámoslo!

— ¡Dejen de quejarse! —exclamó Hairo, saltando con energía— ¿Qué importa si es infantil? ¡Revivamos nuestra niñez! ¡Hagámoslo!

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Su entusiasmo contagioso rápidamente envolvió al resto de la clase, infundiendo ánimo en todos los presentes.

A Yui le había parecido atractivo desde el momento en el que lo vio. Por su personalidad activa y positiva le había caído bien al instante, además de que tenía una debilidad con los pelirrojos, era inevitable.

El partido de los chicos comenzó con vigor, todos excesivamente animados tras el discurso de Hairo.

El vasto espacio del patio se dividía en zonas de sombra y luz, donde los árboles, escasos pero robustos, ofrecían un respiro a los estudiantes que se refugiaban bajo sus ramas. Las bancas blancas estaban alineadas a lo largo de aquel perímetro de árboles. 

Desde estas, Yumehara saludó a Yui y le indicó un lugar a su lado.

— ¡Yui, aquí!

La castaña se acercó y agradeció a su amiga por guardarle lugar.

—Espero que ambas estemos en el mismo equipo. Como eres alta, seguro se te dan bien los deportes.

"Yo no estaría tan segura", pensó Yui, rodando los ojos ligeramente, pero asintiendo con alegría ante el comentario de Chiyo.

El partido estaba en pleno apogeo. Hairo ya estaba sudando profusamente, con su camiseta pegada a su bien definido y marcado cuerpo, algo que Yui no dejó de notar en ningún momento.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐃𝐀𝐃『𝚂𝚊𝚒𝚔𝚒 𝙺𝚞𝚜𝚞𝚘 𝙽𝚘 𝙿𝚜𝚒 𝙽𝚊𝚗 Ψ』Where stories live. Discover now