Capítulo 16

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Llevábamos dos meses y medio en esa aldea gallega y era tiempo de regresar a Madrid y dar nuestro siguiente golpe, que había estado pensando desde hace más de un mes. Lo tenía todo detallado y esquematizado para sorprender a Zulema. Quería ganarme su confianza de nuevo después del error que tuve en la mansión cuando me olvidé de ir a revisar el cuarto de las cámaras de seguridad. Tenía pensado contárselo al día siguiente de volver a la ciudad, cuando hubiéramos descansado del largo viaje que nos esperaba por carretera.

Macarena estaba dormida. Se tiró así todo el viaje de vuelta, a pesar de que habíamos acordado conducir un rato cada una. No quise despertarla, era de noche y decidí parar cada dos horas para comprar café, ir al baño y estirar un poco las piernas. Esos casi tres meses en el campo habían sido mágicos, pero era tiempo de volver a la acción.

Me desperté sobresaltada aquella noche. Había tenido una pesadilla y me levanté sudando y con el sueño todavía en mi mente. Mi subconsciente me hizo recordar cuando Zulema me provocó un aborto en la celda de Cruz del Sur y en todos los dolores físicos que pasé después de que me diera aquella pastilla camuflada en el desayuno que me trajo Casper. Me quedé mirándola y pensando en todo lo que había pasado en aquellos años. No podía permitir enamorarme de ella. Iba a ser una relación demasiado tóxica y realmente jamás sería feliz porque siempre me atormentaría el sentimiento de culpabilidad.

Dormí más de 10 horas del tirón, era algo que no me había pasado desde hacía muchísimo tiempo. Supuse que sería por el largo viaje y el cansancio acumulado. Cuando me puse a desayunar, miré por la ventana esperando ver a la rubia haciendo yoga en la explanada de enfrente. Pero no estaba. La busqué por los alrededores y no la encontré. Me imaginé que habría salido a comprar porque no había nada en la nevera.

Necesitaba poder hablar con alguien de confianza, contarle todo lo que me estaba pasando con Zulema y con mi sentimiento de culpabilidad. Me acordé de Tere y de todo lo que me había ayudado cuando salí de la cárcel. Siempre había estado ahí, apoyándome y era a la única persona a la que podía llamar amiga. Desde que decidí irme con la morena, no había vuelto a hablar con Tere. Sabía que era delicado porque yo estaba en busca y captura y ella trabajaba en Cruz del Norte. Sé que su deber hubiera sido llamar a la policía, pero también sabía que ella jamás haría eso. Necesitaba que me escuchara y que me diera algo de luz ante tanta inseguridad que me invadía.

Estaba esperándola en un parque a las afueras de la ciudad, me había vestido con una peluca negra y llevaba un chándal ajustado y un poco choni, que no era para nada mi estilo. Pero de eso se trataba, de disimular.

-¿Macarena?

-Tere... - Sonreí al verla llegar y me abrazó. Sentí que estaba en territorio amigo, en confianza y que con ella podría abrirme sin miedo a ser juzgada. Así que empecé por el principio y le conté los motivos por los que había decidido empezar esa nueva vida con Zulema.

-Puedo llegar a entenderte Maca, pero la decisión que tomaste es irrevocable. Ya no hay vuelta atrás. Si te pillan y vuelves a la cárcel no vas a tener más oportunidades. Jamás vas a poder salir libre. Solo te queda estar toda la vida huyendo. Nunca podrás hacer una vida normal, pasear tranquila...

-¿Sabes? No es eso lo que más me preocupa. Hay algo peor, algo que me quita el sueño.

-Sabes que puedes contármelo rubia... - la acaricié la mano tranquilizándola.

-Tere... Zulema y yo no somos solo 'partners in crime'. Nos hemos acostado varias veces y bueno... creo que... creo que estoy sintiendo cosas por ella... y yo... - Se me cortaba la voz y me negaba a verbalizar lo que me estaba pasando.

-¿Te has enamorado de Zulema?, ¿Macarena me estas diciendo que te has enamorado de la mayor hija de puta de la historia?

-No sé si es amor o es confusión por pasar tanto tiempo juntas... pero no sé qué hacer – tragué saliva mientras Tere asumía la noticia con dificultad.

-¿Tu quieres estar con ella?

-Yo quiero seguir atracando con ella. Dijimos que nos retiraríamos cuando tuviéramos 20 millones cada una y ya vamos por 5... quiero cumplir esa promesa. Pero quiero cortar estos sentimientos

-Entonces, si seguís viviendo juntas solo te queda buscar la distancia o conocer a otra persona o quizás las dos cosas...

-Tengo que hacer algo Tere... no me perdonaría jamás enamorarme de ella después de todo

-¿Y ella?, ¿Zulema se ha enamorado de ti? Porque me cuesta imaginar que pueda sentir otra cosa que no sea odio.

-Ella... no lo sé. Yo diría que solo es sexo... - En ese momento me di cuenta de que, hasta ahora, no me había preguntado sobre lo que Zulema sentiría por mí. Me había encerrado en mi paranoia y ni si quiera sabía si ella estaba igual que yo o solo me veía como su amante.

Macarena regresó tarde a casa. Había estado todo el día fuera y no pude evitar sentir preocupación. Quizá estaba con la policía colaborando o igual le habrían detenido. Siempre vivíamos con esa sensación de que en cualquier momento algo podría salir mal y regresaríamos a Cruz del Norte.

Llegué a casa casi a las 2 de la mañana. Después de hablar con Tere, fui a dar un paseo para poder despejarme. Nunca había hablado con Zulema de sentimientos. De hecho, nunca habíamos hablado de nada demasiado personal. Ella nunca me contó cosas sobre su hija y sobre el dolor que pasó después. Nunca me contó cosas de su pasado. Pero, la verdad es que yo tampoco le había hablado del sufrimiento que me causó perder a mis padres, de la decisión de alejarme de mi hermano. Ni si quiera le había hablado de lo que pasó entre Rizos y yo, ni entre Fabio y yo, a los que llevaba sin ver más de cinco años.

-Sé que no eres una cría y que yo no soy tu madre, pero ¿dónde estabas? – Le dije a Macarena cuando entró por la puerta. Estaba con la luz apagada mirando el techo y esperando que llegase.

-Pensando nuestro próximo atraco... - le mentí a medias porque realmente tenía más que planeado el siguiente golpe.

-¿Ah sí? – Me sorprendió que Macarena hubiera pensado en eso. A veces la infravaloraba demasiado.

Empecé a contarle el plan con todo detalle, tal y como lo había preparado durante las vacaciones. Tendríamos que entrar en la joyería vestidas como si tuviéramos el dinero por castigo. Una vez dentro, pediríamos a los dependientes poder probarnos el collar que íbamos a robar y que estaba valorado en 2 millones de euros. Cuando lo tuviera sobre mi cuello, Zulema cogería un rehén le apuntaría con la pistola hasta que me dejaran salir. Después saldría ella y subiríamos al coche en el que nos esperaría Nicolás.

Él se había convertido en nuestro tercer socio y en alguien indispensable para nosotras. Tenía contactos dentro de la Policía Nacional y del Ministerio del Interior y de Justicia. Nos preparaba las identidades falsas, nos llevaba los coches, nos compraba la ropa con la que nos disfrazábamos y hasta tenía preparado un plan 'Z' en caso de que tuviéramos que salir huyendo del país si todo se ponía mal... todo ello a cambio del 20% de cada botín. Era un corrupto que había conocido a Zulema cuando colaboró con la policía en sus últimos años en la cárcel. La morena sabía un secreto oscuro de su pasado y eso, más el porcentaje de cada atraco, eran suficientes para tenerle de nuestra parte. Si nosotras caíamos, él también.

-¿Y cuándo vamos a hacerlo?

-Mañana, así que deberíamos descansar.

ZURENA / De Cruz del Norte a la eternidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora