Para Park Jimin

19 5 2
                                    

Ahora mismo no te contaré nada elegante, no tengo la entereza para hacer grandes tragedias ni la inteligencia para una comedia; no se si esto siquiera puede ser considerado un burdo drama. Realmente solo quería relatarte lo que viviste desde lo que viví yo.

Verás, esto podrá sonarte a locura pero siempre he creído que nuestros recuerdos son todo menos nuestros. Solo evoca a la mente alguna de nuestras conversaciones o momentos juntos; veras mi cara, no la tuya, no tus expresiones ni maneras o como te escuchas realmente, nada de eso estará en tu recuerdo sino en el mio.

No, no aceptaré que pienses que puedes recordar tus emociones y yo no.

Puedes recordar cómo te sentías en ese momento porque lo viviste, pero no revives la emoción; no de la misma manera. Lo común es realmente experimentar una nueva, no necesariamente ligada al momento, sino al hecho de recordar, la melancolía.

Aunque te admitiré algo (y lo escribo así porque siempre me llevabas la contraria y no puedo saber si es un hábito que has cambiado) los pensamientos si son exclusivos, a menos que se transmitan. Tienes tus pensamientos y mis imagenes, ahora te brindare mis pensamientos y las imágenes de ti.

No diré que te vi por primera vez el día que nos conocimos. Tenía ya un mes viviendo en aquel apartamento en el cual aunque solo me pertenecía una habitación (siempre que pagase el alquiler al día) lo recorría sin cesar ya que nadie más vivía allí. Por las noches me asomaba en la ventana y veía la esquina de frente; siempre sola, el centro de la ciudad no es un lugar para estar de noche, como ningún lugar de la ciudad de unos años para acá.

Aún así veía gente, mendigos buscando en la basura y chicos y chicas que se paraban en la esquina a esperar clientes. Mi insomnio provocado por exceso de trabajo me permitía esperar y ver como llegaban todos y se iban. Entre ellos estabas tú, casi puedo imaginarte en este momento sonrojado y apenado por la idea de que te viese tantas noches ir y venir con tantos hombres, extrañamente eres bastante pudoroso.

Solías ser más llamativo que tus compañeros de esquina, esa gran peluca rubia, labios azules, plataformas gigantes que te quitabas siempre que te volvían a dejar allí y tus vestidos pequeños y cortos cada uno más tonto que el anterior. Siendo honesto es una imagen que no me parecía atractiva.

Uno de los motivos que me mantenían observando era saber que tipo de hombres buscaban los servicios de personas como tú. A ninguno lo llegue a ver nunca pues siempre estaban en carros, pero permitía imaginarme cada noche el aspecto y personalidad de esos sujetos y nunca era nada agradable. La noche que me conociste estaba bastante estresado, me rechazaron un diseño en el que llevaba días, me sentía inútil e impotente. Fumaba un cigarro, estabas solo en la esquina, algo raro pero no le preste atención a eso. 

Realmente estaba perdido en mi frustración y entonces todo pasó muy rápido, se te acercaron unos de tus compañeros, intercambiaron algunas palabras, uno te sujeto por la espalda, otro sacó un cuchillo y rasgó tu rostro, gritaste, no quiero imaginar lo doloroso que fue. Yo estaba paralizado viendo la escena, incluso cuando te soltaron y corrieron seguí paralizado.

Temo admitir que si te hubiesen querido asesinar lo habrían hecho con total libertad. Escribirlo en este momento hace que me tiemblen las manos del miedo de lo cerca que estuviste de la muerte, pero lo estabas cada día ¿no es así? Más que muchos, más al filo, ignorar eso es uno de los poderes que te otorga la juventud.

Es cierto que seguido de eso baje a botar la basura, pero eso fue una excusa para ver como estabas. Seguías en el suelo de rodillas, con una mano en el piso y otra en tu cara, cuando me acerque a ti temblabas pero no huiste, mi mente estaba demasiado abrumada esa noche con esa escena como para recordar que te dije pero me seguiste fácilmente.

Sin besos para un adiós Jikook/KookminWhere stories live. Discover now