- Finalmente FIN -

4.3K 300 129
                                    

Hoy se cumple cinco años de la muerte de Aarón. Ahora mismo me encuentro en el cementerio frente a su lápida, con su madre, Amber y Amanda, como todos los años.
Con ellas he mantenido constante contacto, en especial con la madre de Ari y Amber ya que, cinco años antes de que Ari muriera, compre la casa en la que vivía con mi tío, que está al lado de su casa y además de que trabajamos en el mismo hospital.
El día que me recibí de Oncólogo fue cuando le había propuesto matrimonio al amor de mi vida, Aarón.

*Inicio Flashback*

Aarón se encontraba junto a su madre y Amber. Nuestra amiga incondicional, Amanda recién iba entrando por aquella puerta gigante que daba paso a un gran salon con una capacidad de mil personas, si no es más. Realmente era enorme, pero no había nadie que me importara más que Ari. Entre tantas personas, mis ojos sólo podían verlo a él, con esa sonrisa que ni aunque los días resultaran pesados desaparecía de su rostro. Estaba loco por él, loco de amor que no aguantaba más estar un segundo parado en este escenario, fingiendo escuchar todo lo que decía el decano de la universidad de Medicina.
Repase mil veces en mi mente todo lo que tenía que decir. Estaba sumamente nervioso, mis manos, mi espalda incluso mi cabeza comenzaba a sudar descontroladamente. El corazón se me aceleraba y las piernas me fallaban. Las palpitaciones en mi interior comenzaban a ser más rápido cada vez que mi mirada y la de aquel hombre tan hermoso que tenía a poco centímetros de mí, se intensificaban y se decían a gritos cuanto se amaban el uno al otro.
Queria bajar ya del escenario, abrazarlo y besarlo con vehemencia para así convertirnos en uno.

Luego de que todo el discurso que daba el decano a cada alumno que logró graduarse; finalizó, me dirigí hacia donde se encontraba Ari. No quité mi mirada ni un momento de la suya, no lograba entender cómo es que aún no me desmayaba de los nervios que me causaba todo esto. Cuando estaba a casi tres metros de él, Amanda se me puso enfrente

- Escuchame, ¿estás listo? — dijo con tantos nervios y felicidad que la mía

- Estoy nervioso, pero estoy listo... ¿los conseguiste? — pregunté buscando en sus manos aquella cajita, comenzaba a asustarme no verla

— Oh, si. Lo puse en mi mochila... — comenzó a buscar dentro de cada bolsillo, pero no lograba sacar nada de ninguno

— Dios, Amanda, por favor dime que no lo has perdido o que te ha olvidado — esto no podía estar pasando

— No, claro que no. Sé que los he puesto por aquí... ¡Lo tengo!

Y ahí estaba, dentro de su mano derecha, lo cogí y volví a caminar hacia aquellos luceros que me tenían perdidamente a sus pies. Mis manos las mantuve en los bolsillos de mi pantalon y no los saqué hasta que estuve a medio paso de él

— Felicidades, mi amor — decía aquella voz que podría escucharla hasta el día que me muera y junto a aquello dicho estiró sus brazo, se levantó con ayuda de aquella silla de ruedas y rodeó mi cuello débilmente — Te amo inmensamente. Te mereces todo lo más hermoso que el mundo pueda brindarte.

Lo separé tan sólo un poco de mí para así poder mirarlo a los ojos

— Todo lo más hermoso que el mundo me puede brindar es estar a tu lado, haciéndote feliz y amandote toda la vida, Ari. — mi corazón en cualquier momento iba a salir por mi boca — Hace nueve años que estamos juntos y cada momento contigo lo he disfrutado completamente. Nos ha pasado miles de cosas, tanto hermosas como otras no tan lindas, pero hemos sabido como superarlo y salir adelante. Contigo soy el hombre más feliz del mundo, pese al que dirán muchas personas — toda aquella multitud tenía los ojos clavados en nosotros, algunos con cara de asco otros desbordaban de alegría y emoción, pero sólo me concentré en aquel rostro que veía todos los días y siendo así nunca me cansaba de tenerlo en mis día a día — Te amo. Te amo de una manera que me es increíble, pero ese es el amor que te mereces y vas a merecer toda tu vida. Mi vida sin ti sería una lata vacía, sin ninguna emoción ni ningún sentimiento parecido al amor o a la felicidad. Seguramente seguiría siendo el mismo idiota que conociste en aquella escuela. Antes de que tú aparecieras en mi vida, nada ni nadie me importaba más que yo mismo, pero eso dió un vuelco repentino luego de que tu mirada se clavara aquí, en mi pecho — mis ojos comenzaban a desbordarse al igual que los suyo — Aarón, eres el amor de mi vida. Te amo con toda mi vida, con todas mis fuerzas...

DEL ODIO AL AMOR.Where stories live. Discover now