Capítulo 17

1.1K 201 11
                                    

–No creo que sea buena idea... –Garrett inspiró hondo y elevó el puño una vez más. Jordane puso en blanco los ojos–. Deja de hacerlo. De todos modos, ¿qué haces aquí?

–¿Crees que eres el único que notó su ausencia? Quiero ver a Wes.

–¿Wes? –Garrett miró enojado a su hermana menor–. ¿Por qué lo llamas así?

–No hay nadie más –se encogió de hombros–. Además, eso no importa. ¿Puedes tocar de una vez, Garrett?

–Vete.

–Diablos –musitó Jordane y golpeó con fuerza. Al no obtener respuesta, después de tres rondas de insistentes golpes, entró. Garrett se había quedado congelado en su lugar ante la audacia de su hermana, pero se obligó a seguir y entrar a tiempo para escuchar–: ¡Garrett!

–¿Qué? –Garrett sacó la espada de inmediato. La volvió a guardar con un gruñido cuando encontró a Wes durmiendo tranquilamente mientras Jordane estaba junto a él–. ¿Por qué has armado tanto alboroto si...? –se silenció. Y notó lo que había alarmado a su hermana. Wes... no respiraba con normalidad. Estaba agitado, como si estuviera...

No. ¿Cómo podía ser?

Observó la misma pregunta en el rostro de su hermana. ¿Cómo era posible? Wes había estado cansado ayer en la noche, al despedirse, pero nada fuera de lo común. Ni siquiera había caminado por largos tramos ni había montado a caballo. ¡¿Qué demonios había sucedido durante la noche?!

No tenía sentido. Weston no había abandonado su habitación, pues si bien él iba a entrenar durante las noches, dejaba un guardia vigilando la puerta y se lo habría comunicado. No había manera...

Sus ojos se dirigieron hacia la puerta que comunicaba con el solar o la habitación de ella. ¿Había estado Weston con Laraine?

–¿Garrett? ¿Qué sucede? ¿Te estás sonrojando?

–¡¿Qué?! ¡No! –Garrett protestó ante las preguntas de su hermana–. No digas estupideces y ve por ayuda. Trae...

–Sé mejor que tú lo que debo traer. Tú quédate aquí y vigila que no escape, aunque veo que no está en condiciones de hacerlo.

Era un regaño, reconoció Garrett, aunque no tenía claro a quién de los dos estaba dirigido.

–Wes... ¿qué estás haciendo? –murmuró Garrett acercándose. Su palidez lo tomó por sorpresa, pero intentó enfocarse en lo positivo. Estaba consciente. Apenas, pero al parecer lo suficiente para pronunciar unas pocas palabras:

–... enfadada –dijo Wes por lo bajo. Garrett se acercó, intentando escuchar–: Jordane está enfadada –repitió, entrecortadamente.

–Es un idiota. ¿Cómo no lo estaría? ¿Y qué demonios estaba haciendo, de todos modos, para quedar así? –Garrett explotó y luego intentó moderar su carácter–. No importa. Vamos a ayudarlo.

Wes musitó algo más, sin embargo, el joven capitán no fue capaz de entenderlo. Suspiró y se encaminó hacia la ventana. Corrió las cortinas por completo y trató de pensar en una forma de justificar esta nueva ausencia de Weston, una que no lo pusiera en completo peligro.

Jordane observó a Wes mientras bebía lentamente, y con gran ayuda de Garrett, la infusión que había preparado. Se sentía angustiada y nerviosa, sabiendo que nunca antes Wes se había puesto así sin razón. ¿A qué podía deberse? Él... no estaba mal, ¿cierto? No, no podía ser eso. No podía estar... muriendo.

–No me estoy muriendo –musitó Wes e intentó algo parecido a una media sonrisa– aún –añadió. Jordane cerró los ojos y murmuró una plegaria, nada sorprendida de que aparentemente Wes hubiera leído su mente–. Suficiente –gruñó y pidió que lo dejaran descansar. Garrett soltó un juramento, irritado, pero lo dejó estar. Jordane aprovechó ese momento para salir y buscar más hierbas que pronto necesitarían.

Cuatro Momentos (Drummond #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora