Capítulo 2

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Como era de esperarse, la distribución de las habitaciones en el hotel, están estratégicamente ubicadas para que nos sea imposible juntarnos en cualquiera de las dos habitaciones. O sea, está la habitación de las chicas, las tres habitaciones de los adultos en el medio y la nuestra, la de los chicos.

Pero lo que ellos no tienen en cuenta es que nosotros nos las ideamos, para poder juntarnos en algún lugar. Lo hacemos desde hace años; y hasta ahora nunca se dieron cuenta.

Este año tenemos dos posibilidades para sortear las postas que nos ponen los adultos, cualquiera conlleva un riesgo importante, pero no es imposible. Uno es pasar arrastrándonos por el pasillo, y cuando digo arrastrándonos me refiero a convertirnos en orugas y la segunda y no menos peligrosa, es pasar por el largo balcón que comparte todas las habitaciones; esta posibilidad tiene que tener a favor, que los planetas se alineen y las tres persianas estén cerradas. Caso contrario nos verían pasar y ahí se terminaría nuestras vidas.

A Elías se le ocurrió que una buena forma de provocar eso, es que les demos Viagra a nuestros padres... Así, según él, van a cerrar las ventanas y persianas para que no se escuche los ruidos. Quedó automáticamente descartado, es asqueroso la sola idea de imaginarnos a nuestros padres... Mejor ni pensarlo.

Cuando llegamos a nuestro piso siguiendo a nuestras madres que parecen endemoniadas, pasa algo que realmente no esperábamos. La tía Mara en un momento de locura nos dice:

—Chicos, no saquen nada de las valijas, se cambian de habitación.

Cuando vamos a protestar pensando que nos quieren mandar a la otra ala del hotel, la tía nos hace callar la boca diciéndonos:

—Se van a mudar a la habitación de al lado de las chicas, Jonathan y yo nos pasamos a la de ustedes...

La generación 2.0 nos miramos entre nosotros. Esto tiene que tener trampa.

—No hay trampa. Jonathan me hincho las pelotas. Le gusta hacerse el sufrido, bien, va a sufrir... —dice la tía enojadísima, como si pudiese leer nuestras mentes.

Los seis nos miramos sin entender nada.

—Mamá, tu habitación tiene una cama de dos plazas y una cama de una plaza. No vamos a dormir juntos... —le dice Ian a la tía.

—Ian, no jodas con esas boludeces, tiren la moneda o si no, duerman haciendo cucharita. No sé, manéjenlo como más les guste. Ahora muévanse, los quiero instalados en la nueva habitación antes que suban los trogloditas.

—Seguís siento tan perra como cuando éramos jóvenes... —le dice mi mamá abrazándola—. Dale vamos que te ayudo a mover tus cosas.

—Chicas, se va a armar un quilombo terrible cuando Jony se dé cuenta. —le dice la tía Maruja.

—Mira Maru si Jony empieza a joder me pido habitación aparte y un masajista negro, que me haga masajes en bola.

—Ja, parece que la rubia se enojó...—le dice mi mamá

—Vamos muevan el culo...—nos dice la tía aplaudiendo para que nos pongamos en movimiento.

Los tres nos vamos a nuestra actual habitación para juntar nuestras cosas. Todavía sigo pensando que esto tiene trampa.

Obviamente no habíamos sacado nada de nuestras valijas. Así que en cuestión de minutos estamos saliendo con nuestras cosas. Nos quedamos parados en la puerta de la habitación esperando que la tía termine de juntar todo.

—Entren y dejen sus valijas allá. Yo ya casi junte todo. —nos dice la tía Mara mientras termina de guardar sus cosas en una gran valija. Mi mamá sale del baño con unas cuantas cosas en sus manos.

Tal para cual... Generación 2.0Where stories live. Discover now