Capítulo 16

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Narra Marc:

Ya por la noche, teníamos una cena de equipo, aún me sigue doliendo la cabeza y les doy las gracias a Àlex y a Martina, por ayudarme y no delatarme. Sinceramente, pensé que Martina, iba a hablar....pero no lo hizo...¿porque?.
Me fui a mi habitación del hotel y después me metí a bañar.
De repente escuché como alguien llamaba a la puerta.


—pasa— dije desde la ducha

—date prisa, los chicos dicen que te espabiles— ¿era la voz de Martina? Me acabé de enjuagar el cuerpo y salí del baño con una toalla enrollada en las caderas.
Vi como vio que entré a la habitación y se giró como si aún fuera una niña pequeña.

—puedes girarte— dije riendo y se giró. Estaba preciosa, llevaba un vestido rojo precioso, era bastante largo, pero en un lado tenía un corte para que pasase la pierna por ahí.
El pelo lo tenía medio ondulado y hacía que su precioso color castaño resaltase más.

—ponte esto— dijo dándome un traje de color negro.

—date la vuelta— dije aguantándome la risa.

—nada que no haya visto antes— dijo sacando su móvil y dejó de mirarme.


Me cambié y me acabé de arreglar. Martina se había dormido encima de mi cama, y tenía el rímel corrido, como si hubiera llorado.


—Martina— dije susurrando

—estoy bien— dijo levantándose de la cama

—toma, he encontrado esto en tu bolso— me miró y lo cogió, se fue al baño y cuando regresó, ya estaba lista.

—¿vamos?— dijo cabizbaja

—si pero ¿puedo preguntarte algo?— asintió—¿que te pasa?—

—muchas cosas han vuelto a mi mente y son una pesadilla, yo no tengo la culpa de todo— quiso volver a llorar pero se contuvo.

—tranquila— dije acariciándole la espalda.

—¿porque haces esto?— me dijo frenándome

—¿el que?— pregunté confundido

—hacer como si nada hubiera pasado entre nosotros, enfadarme yo contigo y que después me vengas como ahora de buenas, cuando lo que me dijiste fue que solamente me querías en tu casa para follarme y ya— dijo gritándome en la calle

—no me hagas caso, a veces no sé ni lo que digo, y cuando estoy de mala leche, mucho menos—

—¿sabes? Ya da igual, vamos con los chicos— empezó a caminar más rápido y se sentó en una mesa con los demás dejándome a mi atrás.




Durante la cena la miraba, ella a veces también a mi, pero enseguida que veía que yo la miraba, bajaba la mirada, como si nada hubiera pasado.
Lo sé, sé que la cagué y que fui un imbécil, pero la echo de menos, echo de menos lo que poco a poco estábamos creando.
Se ha ido a vivir con mi hermano, sé que entre ellos no pasa nada, solamente son amigos, pero aún así, estoy celoso. Estoy celoso de que esté viviendo con otro y no conmigo, pero daría la vida por retroceder en el tiempo y rectificarlo todo.



Narra Martina:

Al terminar de cenar, fuimos con Àlex a la playa, me encantaba sentarme en la arena y ver cómo en las olas, se refleja la luz de la luna. El ruido me calma y siento que puedo ser alguien que en otros lugares no.


—¿tu y mi hermano estáis bien ya?— preguntó Àlex

—no lo sé Àlex, a veces pienso que me enamoré de él y es alguien que no puedo sacarme de la cabeza—

—Marc es un gilipollas, pero aún así, sé que el también siente cosas por ti— negué

—si fuera así, no me trataría como me trata—

—créeme, Marc no ha llevado a que viva con él nunca a nadie, ni a mi— me sorprendí

—es que entonces no lo entiendo, primero me lo pinta todo de color rosa, nos besamos y cuando estábamos a punto de... ya me entiendes, se paraba y hacía como si no hubiera pasado nada, y después me lo encuentro a la mañana siguiente una tía en la cama con él— suspiré —yo ya no sé qué pensar, ni hacer— sequé una lagrima.

—¿te digo lo que me dijo Marc la misma noche que te quedaste a vivir conmigo?— asentí

—¿fue a tu casa?— pregunté y Àlex asintió

—vino a las doce de la noche, tú ya estabas durmiendo, y lo que me dijo a gritos fue: que sepas que la quiero, sé que la he cagado y que a lo mejor todo es demasiado  apresurado, pero la quiero, la quiero como a nadie he llegado a querer nunca— empecé a llorar y Àlex me abrazó.

—tengo que ir a buscarlo— me levanté de la arena y me di un beso en la frente a Àlex, dándole las gracias.


Cuando iba a ir a buscarlo, me lo encontré corriendo al igual que yo, corrí a abrazarlo y él rápidamente juntó nuestros labios en un maravilloso beso, era ansioso pero delicado.

—no volveré ha hacerte daño, te lo prometo— dijo mientras corríamos hasta el hotel.

Fuimos hasta su habitación y poco a poco la cosa terminó en otra.
Me dormí en su pecho mientras me acariciaba el pelo.

Inesperado | Marc Márquez Where stories live. Discover now