Uno

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La ciudad estaba particularmente gris esa mañana de Julio y ese tono deprimente acentuaba el concreto de los edificios. La ciudad se veía como un montón de fantasmas cubiertos de ceniza,que gimoteaban entre los bocinas de automóviles,que como hormigas, se movían por las calles dibujadas entre la arquitectura contemporánea. Pero allá,al este de la ciudad,aun quedaban vestigios de un pasado de colonos europeos. Gigantescas casas de piedra,con escudos familiares sobre grandes puertas, ahora pintadas con consignas de protesta,groserías y afiches de eventos culturales. 

Fechadas que peleaban una guerra pérdidas a la modernidad y se sujetaban endebles,cada vez que un sismo estremecía aquel país. De entre todas las viejas casas de aquella calle,había una que destacaba por su belleza y porqué sobre el amplió pórtico de mármol,descansaba la estatua de un ángel. Pero un ángel diferente a los que decoraban las otras casonas,este estaba sentado con la espalda encorvada hacia delante,con las piernas extendidas en su totalidad,la cabeza le colgaba indolente sobre el pecho y sus grandes alas caían por los costados del triángulo que formaba la parte superior del pórtico. Aquel era un ángel cansado,un ángel derrotado cuyo hermoso rostro expresaba una melancolía infinita y sus manos, con las palmas hacia el cielo, parecían clamar misericordia. La gente de aquel barrio lo bautizo como "El triste Ángel".

En aquel pórtico,esa gris mañana,había un hombre con un abrigo largo,de esos con dos hileras de botones. Llevaba una bufanda larga y abrazaba una guitarra, sentado sobre una maleta. Sus ojos de un curioso color violeta miraban un punto entre los viejos adoquines,de los que en ocasiones despegaba la mirada para pasarla en un ramo de rosas rojas,que estaba a su costado. Era  temprano y su aliento escapaba de su boca cual si hubiera estado fumando un cigarro invisible.

La gente iba y venía por la acera. Nadie lo miraba,él tampoco les prestaba atención. Lo único que veía de esas personas eran sus zapatos que parecían llevar un ritmo que comenzó a tararear y luego a marcar con los dedos sobre la guitarra. Subía y bajaba sus falanges rápido,lento,  moderado y otra vez lento para luego regresar a ese ritmo apresurado que marcaban una marcha como de caballos al trote. Cerro los ojos y puso las manos sobre aquel instrumento para improvisar una tonada frenética, avasalladora que comenzó a robar miradas de los transeúntes de cabezas gachas. Miradas breves que se  pasaban en el extraño guitarrista bajo el pórtico de mármol. Nadie se detenía a oírlo tocar, todos pasaban en carrera por llegar a sus trabajos,sus hogares sus escuelas. No había tiempo para admirar a un virtuoso músico, que seguramente mendigaba unas monedas para saciar algún vicio que lo debía estar consumiendo.

El sonido de los vehículo,los murmullos de la gente;aquel hombre de melena blanca,
parecía a ver desatado una guerra en contra del rumor de la ciudad. Sus dedos se movían más y más rápido,en un ascenso a un frenesí  de notas que era como oír cantar a mil pájaros a la vez. Sólo el sonido de las campanas de una prestigiosa escuelas cercana, logró apartarlo de su concierto haciéndole abrir los ojos, cual si hubiera despertado de un sueño desagradable. Se quedó viendo la calle un momento,luego miró a la torre de la iglesia que estaba aún costado. Allí había un reloj con números romanos que anunciaba las ocho en punto.

Alicaido,el hombre,se levantó colgandose la guitarra a su espalda,para tomar su maleta y abandonando las rosas,dejar aquel lugar. Con una sonrisa resignada, caminó por la vereda hasta que una voz femenina lo llamó. Miro por encima de su hombro y vio a una mujer joven con una gorra roja sobre un cabello negro y espeso. La muchacha llevaba una venda sobre el ojo izquierdo y un atuendo algo ligero,
considerando el clima. Su calzado estaba gastado y sucio, como si hubiera estado pintando un muro o algo así. Sostenía el ramo de rosas con un gesto algo temeroso y extendiendo los brazos hacia delante,de forma un poco tiesa le dijo:

-Sus flores,señor.

El hombre la miró un breve instante para luego,indiferente, sonreír y seguir su camino.

El pórtico del triste ángel.Where stories live. Discover now