Trece

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Una despedida. Habían tenido muchas y si bien al principio le llenaban de miedo y dolor,la frecuencia de esas rupturas terminó por volver aquello,otra parte de esa relación.

-Esta vez es diferente-le dijo Kumi-Realmente es el final.

Mojito se sonrió para luego suspirar.

-Si,supongo que si-murmuro.

-¡Lo digo en serio!

-¿En serio? Como todas las veces que me has dejado esperando. El " en serio" es algo que no tiene cabida entre nosotros,Kumi.

La mujer lo miró con frialdad, luego se encaminó hacia la puerta.

-Adiós Mojito-le dijo y cerró tras ella la puerta con un sonido grave,que rebotó en cada pared de la casa,ampliando los espacios vacíos.

Como si la atmósfera se hubiera poblado de plomo. Así sintió Mojito todo ese peso que cayó sobre él, con la violencia de un azote.Tantas,pero tantas fueron las veces que rompieron,que dejaron de verse;pero tras unos meses volvían el uno al otro sin remordimiento alguno,por Sour. Es que este parecía ser sólo un complemento más,a esa relación enfermiza que fundaron por motivos que ya no valían la pena.Mojito se dejó caer en el piso de la cocina,quedándose ahí para ver el techo como quien mira un cielo infinito,pero poblado de nubes negras. No sabía si echarse a reír o llorar.  

No era un tonto para no darse cuenta de lo mal que le hacía todo eso,pero no tenía nada más. Después de un rato se fue a su habitación y busco las partituras de la música que componía;todo lo que de su amor por ella nacía y entre esas notas no encontró  más que una oda al placer del sufrimiento. Kumi era su musa, pero una musa de espinas venenosas que lo hacía escribir con sangre. Llevó todos esos papeles hasta la bañera,les arrojó alcohol y las encendió. Un espeso humo blanco comenzó a salir por la ventana, haciéndolo imaginar cosas que hace mucho había intentado,pero que nunca llevó hasta sus últimas consecuencias. Fue hasta el botiquín y tomo un corta papel que guardaba allí, lo contempló un instante pensando en que cambiaría sino estuviera ya más ¿Kumi lo extrañaría realmente? Sus hermanos,su padre ¿Qué dirían de él? ¿Quiéb era él para el mundo? Nadie. Esa era la más terrible de las respuestas que podía darse.

La familia siempre reciente la partida de uno de sus miembros por amor o resentimiento,pero cuando nadie más aparte de ellos lo hace,significa que pasaste por este mundo como un don nadie y así se sentía Mojito. Como nadie, un ser tan desprovisto de amor que era una sombra que vagaba por la tierra,apenas visible por su música. Melodías patéticas y dolorosas que conmovian a muchos, haciéndolos regocijarse de ver su desamor reflejado en unas notas de guitarra. 

-¡Señor Mojito! ¡Señor Mojito!-lo llamaba una voz de mujer, desde el otro lado de la puerta.

Miró a esa tabla blanca,sin animó y tras varios minutos de escuchar su nombre más los gimoteos de un perro que arañaba el piso, fue hasta allá para abrir la puerta. Lo primero que sintió fuero unos brazos que envolvieron su cintura,después un fuerte apretón. Algo embobado bajo la mirada y se encontró con Amaya abrazada a él.

-¿Qué sucede?-le preguntó a la muchacha,pero ella no pudo responder.

Claro que rápidamente se dió cuenta de que ella pensaba que algo muy malo le estaba pasando a él. Después de todo ese humo también había invadido el pasillo.

-Estoy bien,Amaya,sólo quemaba unos papeles que no sirven para nada.

La muchacha lo miró con cierto alivio y él se hinco frente a ella. Le seco las lágrimas con la mano derecha y con la otra,acaricio la cabeza de Comotu.

-No llores ¿si?

Amaya no respondió más que con otro abrazo que saco de balance a Mojito. Terminó de espaldas en el piso con esa muchachita sobre él y el perro, lamiendole la cara.

El pórtico del triste ángel.Where stories live. Discover now