1. Cuervo | Caranthir

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Dentro de Doriath, en el bosque de Brethil, habitaba un pueblo Edain encabezado por Haleth. El rey Thingol les autorizó vivir en estas tierras con la condición de que vigilaran los Cruces del río Teiglin. Así, la Casa de Haleth contó con la amistad de los Elfos.

Caranthir, un Elfo de los Noldor, compartía un pasado peculiar con la mujer, en el cual el Elfo había auxiliado al pueblo de Haleth cuando un grupo de Orcos los había atacado hacía años. En la actualidad, Caranthir y su gente cruzaron cerca de Brethil, dando lugar a un reencuentro.

"¿Qué te trae por estas tierras?"

"¿Acaso no puedo hablar una vez más con la líder de este valiente pueblo al que no hago más que admirar?" Dijo Caranthir con atrevimiento.

La mujer sonrió. Los dos se hallaban tranquilamente paseando por los alrededores de Brethil, simplemente apreciando la naturaleza. Disfrutaban de la paz mientras pudiesen.

"¿Y por qué tardaste tanto?"

"Quizá no hubiera tardado tanto si hubieras aceptado mi oferta hace cincuenta años." Habló a la ligera; para Caranthir esa cantidad era nada. "Sin embargo, la rechazaste y te dirigiste a Estolad. Eras muy orgullosa." Reía.

"No era orgullosa, era inteligente." Corrigió. "Y lo sigo siendo, para tu información." Sonrieron.

Haleth era ahora una mujer de la tercera edad, con aquella misma tez trigueña que caracterizaba a su pueblo, mas su cabello se había vuelto completamente canoso. Caranthir, en cambio, continuaba siendo aquel esbelto y bello Elfo que alguna vez conoció a la mujer en su juventud. Una curiosa ave de color negro se posó en la rama de un árbol, atrapando la atención de Haleth.

"Caranthir, ¿te han dicho que eres similar a un cuervo?" Preguntó la anciana; el Elfo suspiró.

"Si lo dices por mis negros cabellos y por mi apodo, «El Oscuro», se puede asumir que comparto características con semejante animal." Sonrió.

Haleth soltó una ligera carcajada.

"No, no me refería a eso." Negó con una mano. "No considero que los cuervos sean de mal augurio; por lo contrario, pienso que son figuras sabias y en muchas ocasiones malinterpretadas, porque nos brindan virtudes dignas de la reflexión y la memoria. Por eso me recuerdas a uno de ellos."

Caranthir se hallaba desconcertado, como si estuviera hechizado, mas sus pies aún andaban. Su nombre materno le fue dado por su rapidez para enojarse, pero Caranthir sentía una paz enorme con Haleth.

"En ese caso, frente a mis ojos también te asemejas a uno de ellos."

"¿Por qué?" Dudó la anciana.

"Desde que nos conocimos has volado cada día por el vasto mundo, y a pesar de ser consciente de tu gran valentía, yo temía por ti. Temía porque no vuelvas más. Temía que cualquier día fuera el último." Exhaló. "Aquello me inquietaba bastante, como puede inquietarme el vuelo de un cuervo."

Haleth parecía imperturbable, pero sonrió. "Me alegra que estés aquí."

Al escuchar aquello, Caranthir esbozó una gentil sonrisa. "A mí también."

notas:1

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notas:
1. el dibujo pertenece a @runmien en twitter.

Fictober 2020 | Edición TolkienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora