En esta academia debes tener en cuenta varias cosas: Número uno: Aprende a apostar, Número dos: Aprende a mentir, Número tres: Aprende a ahorrar y número cuatro: Nunca quedes en la mira del consejo estudiantil.
Puedes joderte en el resto de las paut...
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De ese día, sólo recordaba haber visto una camioneta negra con las luces encendidas a la medianoche. El cómo llegó ahí, el qué estaba haciendo o el porqué estaba en esa calle era todo un misterio. Su tacto aún recuerda cuando fue tomado de los hombros y adentrado a la fuerza a la camioneta.
Recuerda haber contado los segundos que se mantuvo consciente y comenzó a contar hacia atrás. 30, 29, 28, 27, 26...
Escuchó murmullos, luego gritos y luego silencio. 25, 24, 23, 22...
Los murmullos regresaron poco después. 10, 9, 8. Luego retornaron los gritos. 7, 6, 5. Luego los gritos se volvieron más fuerte. 4, 3, 2. Luego llegó el silencio, y llegó a uno.
-Jin. -Oyó a lo lejos-. ¡Jin, Jin...!
¡SeokJin!
Entonces despertó de golpe, en su cama y frente a él estaba Lalisa, luciendo su uniforme. Las puntas azuladas de su cabello cosquilleaban en su rostro.
-¿Qué quieres? -Murmuró molesto, levantándose para apartar a la chica que inicialmente invadía su espacio personal.
-GyeSangi me dijo que viniera a despertarte, en una hora es la ceremonia de bienvenida. Había olvidado tu sueño pesado, pero esta vez me asustaste, estabas murmurando cosas.
El azabache frunció el ceño y terminó por dirigirse al baño para despejarse. Cerró la puerta en las narices de la chica y procedió a ejecutar su rutina de baño, todo mientras la molesta rubia le hablaba desde el otro lado del cuarto.
-¿Quién es WonHo?
Apenas preguntó eso se quedó paralizado, con el cepillo de dientes en mano y el dentífrico en la otra. ¿WonHo? Negó con la cabeza varias veces al sentir unas punzadas en sus sienes y siguió con su rutina. Se cepilló y después se duchó, se puso su uniforme que previamente había colgado en el perchero de su baño y salió, hallando la figura de la chica acostada en su cama.
-¿Quién es WonHo? -Repitió viéndolo abrir el cofre de mármol y sacar la máscara blanca que le caracterizaba. Se la puso lentamente-. Jin~
-¿No que no teníamos mucho tiempo? Deja de preguntar tonterías.
La chica refunfuñó y salió detrás del más alto, cerrando la puerta de la habitación por él. Los pasillos estaban cargados de personas de limpieza que limpiaban sin parar, tal vez por orden de GyeSangi. Las ceremonias de bienvenida siempre debían ser perfectas, sin un error, simplemente perfectas. En los años sin número en los que Jin trabajó para la norcoreana le enseñaron a que la perfección era primordial, más si ibas a dar una primera impresión.
Tras un largo recorrido desde las habitaciones hasta el auditorio, el consejo estudiantil ya estaba en sus respectivos lugares de la segunda planta del enorme teatro. GyeSangi en su trono de oro limaba sus largas uñas y apenas se percató de la presencia de ambas partes del consejo, regresó sus ojos a su trabajo. Lalisa se sentó y GyeSangi señaló el trono de terciopelo a su derecha con su lima. Jin se sentó allí.
