La Flor azul

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Alicia y Raquel salieron de la Reserva Nacional de oro juntas, sin darse cuenta de que estaban empezando una preciosa historia que las haría sentir cosas que nunca antes habían sentido, y que al mismo tiempo las haría sufrir la una por la otra cada vez que una de ellas pisara la línea de fuego.

-Raquel, vienes a mi casa a cenar?- le preguntó Alicia con una mirada brillante.

-Claro, claro que tengo ganas de cenar contigo, llevo mucho tiempo deseándolo.
Y deja de mirarme así a ver si voy a tener que comerme el postre antes que la comida; y es de mala educación.

Alicia respondió con una carcajada que la hizo ruborizarse y que al mismo tiempo un calor intenso le recorriera todo el cuerpo.

La pelirroja condujo durante cinco minutos aproximadamente hasta que llegó a una casa con jardín.
El jardín era simple pero bonito, tenía alguna que otra mazeta con flores de intensos colores.
Pero lo que le llamó la atención a Raquel entre todas aquellas bonitas flores fue una en especial; una pequeña y única flor azul que se asomaba entre un rosal.
Aquella flor, había rodeado cada tronco, cada espina, cada hoja de rosal por tal de obtener la luz solar que le daba la vida. Parecía que aquella flor amaba aquel lugar peligroso.

Cuando Alicia aparcó miró a Raquel, como observaba su casa con detalle, pensando no sabe Dios qué.

-Bueno, pues esta es mi casa.

-Es una casa preciosa, blanca y elegante, digna de una mujer como tú, amor.

-Venga vamos que te la enseño.

Las dos mujeres se bajaron del coche y atravesaron el jardín por un caminito de piedras.
Alicia sacó las llaves de la casa y la abrió haciéndole el gesto de pasar a Raquel.

-Adelante.
Las damas primero- proclamó con una sonrisa, a la que Raquel le devolvió.

Alicia le enseñó la casa de arriba a abajo. Le mostró el despacho donde había estado trabajando desde siempre y donde pasaba la mayor parte del tiempo investigando sobre sus casos.
Después la llevó a la salita de estar, donde había un sofá bastante grande enfrente de una mesita de cristal.
Tambien había una pequeña televisión ya que Alicia solo la veía para informarse de las noticias.
La siguiente habitación que vieron fue el dormitorio donde había una cama de matrimonio en medio de la habitación, era blanca, estaba impoluta, aquello debia semejarse a estar en una nube.
Y por último la cocina; no era muy grande, pero lo suficiente como para tener dos fogones, el microondas, la nevera y el horno.

-Bueno pues hasta aquí el tour por mi casa.

-Tienes una casa preciosa y muy acogedora.- le comentó la morena con una sonrisa.

-Me alegro de que te guste porque quiero que te vengas a vivir aquí, conmigo, ¿que te parece?

-Alicia, no quieres decir que vas muy rápido, tal vez tengamos que conocernos un poco más antes de dar este gran paso.

La pelirroja se quedó sin palabras, no sabía que decir, realmente necesitaban tiempo para conocerse y que las cosas salieran bien.

-Es broma tonta, claro que quiero venirme a vivir contigo.- dijo alfin Raquel.

-Joder Raquel ya te vale, no sabía que decir.- declaró riéndose.

-Mañana mismo hago las maletas y me vengo a vivir aquí.
Y que pasa con Paula? No se la quiero dejar a mi madre porque siempre se tiene que estar encargando de ella, y ahora que no tengo trabajo la tengo que cuidar yo.

-De eso quería yo hablarte Raquel, de trabajo. Me han ofrecido que volvamos a nuestro antiguo puesto de trabajo, ¿quieres volver a trabajar, inspectora Murillo?

-Por supuesto que sí, es mi vocación, además, ahora trabajaré contigo, ¿como voy a decirle que no a eso?

Ralicia Es Posible✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora