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contexto (?): Yangyang se convierte en gato

Ten estaba quedándose dormido sobre su cama.

Aún después de un día tan largo como aquel su mente no lo dejaba descansar y se dedicaba a recordarle los numerosos documentos que debía llenar en tan poco tiempo, evitando así que durmiera profundamente.

Se habría quedado así, acostado sobre su espalda, esperando hasta quedar inconsciente si no hubiera sentido unas patitas que avanzaban por su abdomen.

Abriendo los ojos pudo ver al gato de pelaje blanco frente a su rostro.

—Hola, precioso.

Y en un segundo el gato se había ido y en su lugar tenía la brillante sonrisa de Yangyang.

—Te extrañe—dijo el menor acurrucándose contra Ten.—¿Tuviste un mal día?

—Solo fue un poco agotador, había mucho trabajo.—contestó acercando el cuerpo contrario al suyo.

La nariz de Yangyang estaba contra el hueco de su cuello, causándole cosquillas por el delicado movimiento que ocurría cuando el gatito se acomodaba contra él.

—¿Por eso llegaste tarde?

Ten asintió en respuesta y aunque no le miraba, Yangyang recibió el mensaje.

—¿Que hay de ti?—le preguntó el mayor.—No te vi por ningún lado cuando llegue.

—Salí a caminar un rato.—dijo con un brillo de malicia en los ojos.

Quería que ten le diera un poco de atención y preocuparlo haciéndolo pensar que salió a caminar como gato sin avisarle a nadie siempre era la manera más sencilla de hacerlo, pero al parecer está noche estaba más cansado de lo que parecía, por que sólo dijo:
—¿Te divertiste?

Yangyang tuvo que disimular su decepción, pero se conformó con que Ten le hacía círculos en la espalda en modo de masaje.

—Me habría divertido más si me hubieras acompañado.

—Solo te gusta que te acompañe para que te cargue de vuelta a casa.—se quejó el mayor.

Yangyang se rio bajito sin negarlo.

El celular de Ten hizo un sonido cuando llego una notificación y Yangyang dedujo que era un recordatorio por que Ten dio un suspiro e hizo el esfuerzo de levantarse, pero con Yangyang adherido a él no le fue posible.

—Déjame ir.—murmuró Ten.—Debo hacer unas cosas.

—Pero si estabas dormido, ¿Por que ahora quieres trabajar solo por que llegué?

—Será rápido—prometió Ten.— Es mejor si empiezo ahora, así tendremos tiempo libre el fin de semana. Ahora, déjame levantarme

Y aunque Yangyang le gruñe en protesta, solo le toma un segundo separarse de él para permitirle sentarse en su escritorio.

Ten dijo que sería rápido pero resulta ser una mentira, los minutos se convierten en horas pero el mayor sigue sentado frente al ordenador en un documento tras otro.

Al principio Yangyang esperaba dormido en su regazo en su forma de gato con la cola colgando y las orejas gachas, pero mientras más tiempo pasaba y Ten no daba señales de terminar, el menor decidió que debía tomar cartas en el asunto.

Primero fue pararse en dos patas sobre una de las piernas del mayor y apoyarse en su pecho para llamar la atención.
Ten solo le había dado un beso antes de continuar en lo suyo.

Después comenzó a bloquear la vista a la pantalla fingiéndose interesado en lo que contenía.
Ten le acaricio el lomo hasta que Yangyang se dejó caer sobre el escritorio esperando más cariñitos.

Pero fue cuando el gatito comenzó a golpear la mano de Ten cada vez que el intentaba escribir que el mayor decidió terminar ahí, considerando que pasaba de la media noche.

Apago el equipo y tomó a Yangyang en sus brazos, que desde que vio lo que ocurría se había quedado sentadito en su escritorio, para llevarlo con él de vuelta a la cama.

Lo dejó sobre las mantas y en un segundo ahí estaba el muchacho quejándose de lo mucho que le tomaba hacer cuentas. Claro que para él era sencillo decirlo, ¿Era una ingeniería lo que había estudiado el menor?, no lo sabía pero lo que sí sabía era que estaba acostumbrado a trabajar con números.

—Fue por que estaba cansado.—se excusó después de ponerse su pijama y dejarse caer en la cama.

El gatito no estaba convencido.
—A partir de hoy no está permitido que nadie trabaje después de las 11:00 pm.
—Está bien.—dijo el mayor sabiendo que el primero en desobedecer la regla sería el mismo Yangyang.

Entonces, sin una palabra más, las luces se apagan, Ten se abraza al menor y acerca sus manos a las orejas peludas que sobresalen del cabello blanco de Yangyang para acariciarlas.

Nadie dice nada y con las suaves sábanas sobre ambos, la luz del despertador alumbrando la habitación y el zumbido de la calefacción arrullándolos, ambos se quedan dormidos en un segundo.

overnight ★Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz