Todo era normal en la vida de Katsuki, tenia una vida tranquila y en paz hasta que un día llegan los nuevos vecino...
No habría ningún problema sino fuera por aquella pequeña matita de cabellos verdes que no se alejaba de su lado, asegurando una y...
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Un día más se podía apreciar en la hermosa ciudad.
El viento soplaba para otorgar la suave brisa a todos sus habitantes mientras que los pájaros cantaban al sentir los rayos del sol para anunciar el comienzo de un nuevo día, trayéndole a todos sus oyentes, paz y tranquilidad al escuchar ese dulce canto.
.- ¡KATSUKI, MALDITO FLOJO! ¡YA BAJATE A DESAYUNAR!- con aquel maternal aviso que hizo a las aves volar, los vecinos cercanos sabían que era hora de partir para comenzar sus labores.
.-uuuurgh...- aun en sus aposentos, aquel joven de cabellera ceniza se estiraba en su cama para adaptar a su cuerpo y anunciarle así, el comienzo de sus actividades.- mierda...-
.- ¡KATSUKI!-
.- ¡YA VOY, MALDITA SEA!- respondió ante los llamados de su dulce madre quien con el pasar de los días expresaba con mayor intensidad el amor que tenía hacia él.- maldita histérica...- gruñó mientras se ponía de pie y tomaba sus cosas para bañarse.-¡MIERDA!.- gritó con fuerza al ver la hora.- maldición, maldición, maldición...-
.- ¡KATSUKI, DEJA DE GRITAR ANIMAL!- escuchó nuevamente la voz de su madre.
Sin tomar en cuenta las palabras de su progenitora, el cenizo se metió rápido al baño y se duchó, maldiciendo a cada rato por haberse desvelado la noche anterior.
Pero nadie lo podía culpar, claro que no... no cuando su mente estuvo invadido de aquel pequeño brócoli parlante que caminaba y corría con emoción alrededor de él.
"Kacchan, Kacchan.... Kacchan sugoi"
.-je je je...- se perdió nuevamente en sus pensamientos mientras dejaba caer el jabón de sus manos.
Hoy era el día, hoy iría a recoger al pequeño Deku a su escuelita y pasaría el día con él hasta la llegada de su madre. Quien iba pensar que Katsuki, el gran Katsuki Bakugou, bajaría aquellas barredas impenetrables ante tremendo ser celestial.
Tal vez lo llevaría al parque y le compraría un helado, tal vez le daría unas galletas y lo vería comer como ardillita mientras sus mejillas se inflaban por el producto masticado, dándole así las inmensas ganas de masajearlas con sus manos...
Tal vez... solo tal vez...
.- ¡KATSUKI!-
.- ¿¡QUÉ MIERDA QUIERES?!- respondió ante el fuerte grito y golpeteo de su puerta.- ¡YA VOY!-
.- ¡APURATE IMBÉCIL, TU PAPÁ Y YO YA NOS VAMOS A TRABAJAR!- respondió Mitsuki.- ¡SI QUIERES LLEGAR A TIEMPO, MUEVE ESE CULO Y APURATE PARA QUE TE DEJEMOS EN LA ESCUELA!-
.- ¡aaaaaaaaaaarghagshagshagshags....- murmuró.
Sin perder más el tiempo en sus sueños, Katsuki terminó de asearse, devoró su desayuno y lavó minuciosamente sus dientes.
