Sexto acto: Pereza

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"Eventualmente tuve que apartarme."

Sus ojos bicolores y risueños brillaron llenos de esperanza y de verdadero amor, del más puro y más sincero. Desde el primer momento que lo vio, supo que sería diferente. Husk podía ser malhumorado, un poco agrio y arisco, pero amaba esa personalidad dominante y firme. Por eso, Angel no solo admiraba su persona, también había caído ante el fruto del amor que era dulcemente correspondido por el felino. Luego de tantos intentos coquetos por tenerlo, sus deseos se hicieron realidad.

Husk y Angel estaban juntos y eran una pareja estable y tranquila. Esa rutina aliviaba a Angel, quién siempre estuvo acostumbrado a caóticas relaciones de una noche o a tener simples encuentros con clientes y actores de su industria.

Sujetó la mano de Husk, entrelazó sus dedos y ambos se sonrieron con cierto aire soñador, como si se tratara del primer amor que ambos experimentaban.

"Seguir con algo tan despiadado supera cualquier barrera de crueldad."

Caminaron lentamente hacia la salida del hotel porque ese día tendrían una cita romántica. Husk estaba sobrio y Angel libre de cualquier tipo de droga en sangre. Su relación era de ensueño y la adoraban.

"He hecho muchas cosas imperdonables. Pero nunca había sido infiel en cuerpo y alma a alguien que amo."

Estaban por llegar a la puerta de entrada para abrirla. De hecho, fue Husk quién tomó el pomo para después abrir la compuerta de madera que portaba un ventanal rectangular de vidriosos colores transparentes. La abrió y cierta iluminación clara ingresó desde el exterior.

"Esto se acabó. Porque amo a Husk y nada cambiará eso."

Angel avanzó junto a su amado con una gran sonrisa en su rostro. El contrario estaba vestido de traje y él llevaba un precioso y distinguido vestido con motivo de flores rojas. El aura de inocencia los invadía porque estaban enamorados.

Eso duró hasta el momento que Alastor sonrió en la oscuridad del fondo de la sala del hotel.

La araña ahogó un gemido agudo, se cubrió la boca y, ante el rostro extrañado de Husk, le negó con la cabeza con una sonrisa nerviosa. Disipó sus dudas con aquel alterado gesto.

Alastor bebía una copa de vino sentado en la larga barra y meneaba la palma de su mano con gentileza. Sus dedos envolvían magia venenosa y fuegos verdes bastante oscuros.

El vibrador largo y grueso incrustado en el fondo del ano de Angel le sacudió las entrañas, las estrujó deliciosamente, le revolvió la próstata y lo hizo mojarse al momento con pre semen. Escuchó las vibraciones fuertes, sus piernas temblaron y sus rodillas se estremecieron a la par de esas sensaciones.

Nada había terminado y se estaba mintiendo a sí mismo para ser feliz.

Angel volteó un poco su rostro sobre su hombro cargado de un semblante aterrorizado, al mismo tiempo que gruesas gotas de sudor recorrían el costado de sus sienes. Amplió sus grandes ojos, en los cuales sus pupilas dilatadas temblaban por el miedo, la ansiedad y el pánico que estaba sufriendo en ese momento mezclado con la lujuria y la excitación del dildo adentro de sus carnes.

Un bostezo y una mirada cínica y confiada fue lo que se ganó de parte de Alastor en la lejanía.

Es menos trabajoso utilizar herramientas, cielo.

Murmuró el ciervo dirigiendo una sonrisa de dulzura hacia Angel, la cual era más acaramelada y empalagosa que la miel.

La tortura de placer adictiva y el frenesí de los orgasmos apenas habían iniciado en la doble vida de Angel. Y Alastor se había aburrido de usar sus manos por ahora. Se limitaría a torturarlo con juguetes y dildos de formas soberanamente humillantes y decadentes. Se había vuelto un poco holgazán

La pereza era la falta de ganas de trabajar, o de hacer cosas, propia de la persona perezosa.

Cherries & Wine » RadioDust «Место, где живут истории. Откройте их для себя