Capítulo 3

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Uno espera que su primer día de trabajo sea perfecto: Despertar temprano, vestirse bien, tomar un buen desayuno, ir tranquila al trabajo, que todos te vean con rostros sonrientes y te traten bien… En fin, uno espera que todo salga bien y que sea uno de los mejores días de tu vida porque es un paso más hacia tu independencia y tu madurez.

Pero no fue así en mi caso.

Desperté tarde, con solo 30 minutos para arreglarme y llegar a tiempo. Entré a la ducha y en menos de 5 minutos me lavé todo el cuerpo con agua fría porque seguramente Mike terminó toda la disponible. Salí y me puse lo primero que vi, que no resultó estar completamente limpio y liso. Tuve que cambiarme 2 veces porque al parecer no había llevado nada a la lavandería y todo estaba usado. Me tuve que poner algo que no parecía tan arrugado y usado, un pantalón de tela y unos tacones bajos. Bueno, solo iría así el primer día

Corrí a la cocina, metí un pedazo de tostada fría a mi boca y salí corriendo, sin cerrar la puerta con llave. Consideré solo un segundo el bajar por ascensor, luego me di cuenta que el viejo ascensor podía trabarse a la mitad y pasaría más tiempo allí. Por lo tanto, bajé las gradas a toda velocidad, de dos en dos, tratando de no caer y no transpirar tanto.

Tuve que tomar un taxi, que me costaría algún chocolate que planeaba comprarme para hacerme el día más feliz.

Llegué casi corriendo a la nueva escuela en la cual trabajaría. Sí, mi nuevo trabajo era de profesora de niños de 2 de primaria en un colegio de prestigio. Entré en la secretaría para firmar la hora de ingreso. Aun me quedaban 2 minutos antes del toque de timbre que anunciaba el inicio de las clases.

— Señorita Stickson, debe estar 15 minutos antes del toque del timbre. — dijo la secretaria con cara de pocos amigos, pasándome un papelito con un código de números. — ¿Leyó su reglamento?

Me controlé para no poner los ojos en blanco y responderle de una manera que podría causarme problemas. Asentí, me disculpé y me fui con el papelito hasta el computador en el que debía ingresarlo y después poner mi pulgar sobre una pantalla pequeña para que pudiera reconocerme y así marcar mi asistencia.

Después de haberlo hecho, me dirigí rápidamente hacia la clase que me asignaron. Estaba nerviosa porque era el primer día y no sabía cómo serías mis nuevos estudiantes. Podían ser unos niños muy hiperactivos que se la pasaban saltando de asiento en asiento y no me prestaban atención y seguro me volverían loca y lloraría allí mismo…

Pero cuando abrí la puerta de la clase, todo lo que encontré fue una clase llena de niños tranquilos, me recordaron mucho a los niños de “Escuela de Rock” en la que actúa Jack Black y ya me imaginaba tomando su papel.

Cuando entré todos se pusieron de pie.

— Hola, buenos días. — saludé, ocultando mis manos que temblaban y delataban lo nerviosa que estaba. — Soy Jaydin Stickson y seré su nueva profesora. Pueden sentarse.

Los niños se sentaron y me miraron, esperando que hiciera algo. Los estudié con la mirada, algunos me miraban asustados, otros miraban hacia la ventana, seguramente esperando que sea hora del recreo.

Hice que se presentaran, que me dijeran sus nombres completos, qué les gustaba hacer y qué les gustaría hacer en un futuro. Las respuestas no me sorprendieron porque es normal que a los 7 u 8 años quieras ser piloto de avión, astronauta, bailarina y veterinaria. Esas eran las respuestas que se repetían, y no los culpaba porque recuerdo que a esa edad también decía que quería ser veterinaria pero lo hacía porque todo el mundo, todas mis amiguitas de entonces lo decían también. Y además influía mucho que mamá me regañara cuando admitía que lo que de verdad quería ser de grande era maestro Jedi o el avatar. Y apuesto que si hubiera seguido con ese sueño habría logrado ser la mejor maestro Jedi o la mejor avatar.

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