"El pollo no es pavo pero tampoco pollo"

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— Dame la información— fue el saludo que dio Sherlock a su hermano apenas le abrieron la puerta del misterioso auto.

— Tan cortés como siempre querido hermano— respondió con su tono presuntuoso de siempre Mycroft mientras le tendía un portafolio.

Sherlock lo abrió de manera inmediata y encontró toda la información recolectada sobre el psicópata de la Pipeta. Años atrás cuando escuchó la noticia se vio tentado a resolver el misterio pero lamentablemente ocurrió en un condado lejano y estaba inmerso en otros dos casos (eso y el hecho de que estaba un poco elevado con una que otra droga aunque él afirmara que no era un limitante). Al final para cuando tuvo tiempo y disposición el asesino había desaparecido sin dejar rastros.

— Sería un desperdicio de tiempo, ambos sabemos que si estás aquí es por orden directa de la reina, aunque, bien es cierto que esto me deja con una duda. No estás aquí por la muerte de los trabajadores de Scotland Yard, eso es seguro. Entonces ¿Qué puso tan nervioso al gran gobierno Británico?

Mycroft hizo un mohín expresando claramente que no estaba feliz con la situación y apretó con algo más de fuerza su paraguas evidenciando así su preocupación. Ese detalle hubiera pasado desapercibido por cualquiera pero Sherlock era Sherlock.

— Hubo un intento de ataque al parlamento. Estampillas envenenadas, un trabajador de administración terminó en el hospital— cedió el mayor, reacio a dar más detalles de los necesarios— la situación se controló sin mayor percance pero el problema es que fue demasiado fácil.

— No fue un ataque, fue una advertencia— dedujo el detective obteniendo un asentimiento con la cabeza como confirmación de parte de su hermano.

Mycroft saco una pequeña bolsa de sellado al vacío del bolsillo de su saco y se lo tendió al menor. Dentro de la bolsa habían un par de estampitas que Sherlock concluyó contenían el veneno utilizado.

— Analizalo si quieres, es algo nunca antes visto. Fabrica sus propios venenos y logra compactarlos en las cosas más comunes. No deja rastros, no tiene un patrón establecido, no establece conexión con las víctimas, no comete errores— el hombre dijo mientras tamborileaba  en su paraguas.— O nunca los había cometido, hasta ahora.

— Porque ahora sabemos tras quién va y quizás podamos predecir sus movimientos— comento el detective comprendiendo lo que intentaba dar a entender su hermano.

— Llegamos— anunció el mayor ya que efectivamente habían llegado al 221B. Muy rápido para una persona con transporte común, una persona sin opciones de modificar el tránsito para su conveniencia. Aunque Sherlock no daba importancia a esos detalles, esos eran asuntos de los peces dorados por lo que no le puso peros al asunto— bueno, querido hermano. Evita envenenarte con algún caramelo o algo por el estilo, sería díficil explicárselo a nuestros padres.

— Lo mismo digo— replicó Sherlock haciendo el ademán de bajarse del vehículo, pero se detuvo por un momento y miró a su hermano cómo pocas veces lo hacía, esa mirada que le daba a Mycroft cuando había hecho algo y no estaba seguro de las consecuencias que esto podría traer. Como esa vez cuando tenía 10 años y tomó el pavo de la cena de acción de gracias para un experimento, solo para más tarde recordar que no había pedido permiso y correr en busca de su ayuda. Ningún Holmes olvidaría jamás aquella cena con pollo que no era pollo.

— ¿Si?— preguntó este a su con curiosidad por el nuevo "melodrama" en la vida de Sherlock.

— John sabe que lo amo— confesó Sherlock como si con ello lo dijera todo.

— Ya veo— respondió a su vez Mycroft que aparentemente si le entendió.

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