Capítulo 2

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     Cuando Xanthé llegó al palacio se dirigió en busca de su madre quien ya la esperaba, pues tenía más que previsto que su hija llegaría de la manera en que la vio llegar justo delante de ella, sus ojos azules estaban llenos de lágrimas, su cara estaba roja por la cólera, el engaño y la decepción, Hipólita la miro a los ojos y le sostuvo la mirada a su hija, para luego bajar la vista hacia sus labios que parecían ser una fina línea en la cuál se estaba cocinando un montón de preguntas que no tenían orden aún en su mente debido al enojó.

-Supongo que ya sabes la verdad – le dijo Hipólita al ver que Xanthé aún no sé atrevía a hablar.

-¿Por qué me ocultaron ese secreto durante tanto tiempo? – logró articular - ¿Por qué dejaste que se quedara? Medea no es como nosotras. La acabó de ver.

-¿Te atreviste a espiarla?

-Quería saber que era lo que tanto ocultaban de mi. Ella es un fenómeno.

-Cállate – le reprendió Hipólita.

-Pensar que ella….

-Medea siempre ha sido y será la misma para ti. Acaso ella ¿te ha ofendido?

-No. Pero no es como nosotras.

-Entonces le pediré que se mutile – dijo Hipólita y los ojos de Xanthé se abrieron tan grandes como un plato.

-De acuerdo.

-Cuando llegué le diré lo que ha sucedido, le diré que la has visto y tú estarás aquí presente para cuando de la orden.

   Cuándo Pentesilea llegó Hipólita le contó a su hermana lo que tenía pensado ordenar a Medea, Pentesilea se quedó en silencio y se quedó también a la espera, enseguida llegó Sibila quién escuchó de viva voz de la soberana lo que pediría hacer a Medea, Sibila trato de decir algo pero no dijo nada y esperó a que su hija llegará, solo tuvieron que pasar unos minutos para que Medea apareciera y las encontrara en medio de lo que era la sala en absoluto silencio.
Xanthé sintió que el corazón se le detuvo cuando Medea llegó en su presencia y las miró a todas con cierta curiosidad y desconfianza, Xanthé vio que su madre estaba a punto de abrir la boca cuando sin más se acercó a Hipólita y tomándola del brazo le pidió con urgencia hablar con ella, Xanthé se había sentido culpable en cuanto vio a Medea, ya que de alguna manera ella la espió, rompió aquel respeto entre ambas, ya que Medea nunca la había visto desnuda o husmeando en sus cosas personales, en resumen, Xanthé había invadido su privacidad y de alguna forma rompería aún más la conexión que había existido entre ellas o al menos en Xanthé, aquello estaba ya roto, porque no podía verla como una mujer de verdad, ni como un hombre, estaba dividida entre dos seres que la hacían ver ahora ante los ojos de Xanthé horrible.

-¿Qué es lo que te pasa? – le pregunto Hipólita irritada por la manera en que la arrastro lejos de las demás.

-No le digas nada – dijo Xanthé mirando a los ojos a su madre quien miró tanto desconcierto como culpabilidad en los ojos de azules de Xanthé.

-¿No decías que no era como nosotras? Cercenándole su miembro viril sería completamente una mujer.

-Si pero…. No sería justo…. Sería demasiado doloroso – dijo bajando la mirada – además fui yo quién invadió su privacidad ¿pero porque me lo ocultaron? ¿Por qué no me dijeron nada?

-Por que tú a veces eres demasiado irresponsable – dijo Hipólita en voz baja pero severa – no tomas en ocasiones las cosas como se deben de tomar, a veces te aprovechas de Medea y de toda aquella que se deje cautivar por ti.

-No es cierto – protestó en su defensa.

-Entonces guarda el secreto, no digas nada a nadie. Medea no eligió nacer así y sabes lo difícil que fue su adolescencia, tú fuiste testigo de sus miedos e inseguridades, no podía contarle a nadie lo que le pasaba.

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