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El pasto se movía al son del viento mientras el sol brillaba en lo más alto, probablemente eran alrededor de la primera hora de la tarde, en medio de ese lugar; una chica de cabellera verdad se encontraba sentada completamente absorta en lo que tenía en sus manos.

—¡Deku! .—La voz de un niño la llamó. —¿Por qué mierdas siempre terminar aquí?

—Hola a tí también Kacchan. —Dijo a modo de saludo. —Me gusta estar aquí, es lindo.

Del Reino de los Dragones, eran contadas las zonas verdosas puesto que la mayor parte de su territorio era seco debido a su cercanía con los volcanes, sin embargo, desde hacía un corto periodo de tiempo empezaron a cuidar y utilizar las zonas verdes para abastecerse.

—¿Qué cosa traes ahí? .—Preguntó con curiosidad el niño no mayor a cinco años al ver el trozo de tela que la niña traía en sus manos.

—Es un pañuelo bordado. —Dijo para después mostrárselo. —Aún no está terminado, pero  me gusta.

—¿Qué importancia tiene ese trozo de tela para que le prestes tanta atención?

—Es algo importante para establecer conexiones y, en algunos casos, se usa para establecer una relación de compromiso. —Explicó tranquila, al ver el rostro fruncido de su amigo no pudo evitar soltar una risita. —En pocas palabras, para hacer tratos o para casarse.

—¿Ya te quieres casar? .—Preguntó sin tacto mientras fruncía el rostro.

—No, Kaccha, todavía no me quiero casar. —Aclaró la pequeña. —Simplemente quiero hacer uno para papá y mamá, me gusta hacerlos.

—¿La tía te enseñó?

—Si. —Declaró con felicidad. —¿Quieres que te haga uno a tí también?

—No veo necesidad para usar esa cosa. —Contestó cortante, aunque sí quería uno, la tela era bastante suave. 

Se levantó, sacudiéndose la tierra y el pasto que quedaron atrapado en su pantalón para después dirigirse hacia la pecosa.

—Ven, mi madre está esperándonos y si no llegamos a tiempo me dará un saco de golpes que harán que me duela el culo. —Dijo mientras cruzaba sus brazos. —Además, pronto podré tener mi dragón, ¡Así que apúrate!

La pequeña se rió mientras se levantaba y, decidía seguir al rubio.

—¡Una carrera!. —Gritó mientras se echó a correr.

—¡Espera Kacchan! .—Dijo en reproche porque el rubio había tomado ventaja. —¡Hiciste trampa!

—¡En la guerra todo se vale, tonta! .—Dijo mientras sacaba su lengua.

Corrieron hasta llegar al arroyo que separaba la entrada del huerto con la calle principal. Apenas llegaron decidieron tomar un pequeño descanso y, de paso, Katsuki quería recoger algunas piedras para dárselas a la tía Inko, desde que supo que algunas podrían tener magia ha estado recolectando para ser elogiado por la misma.

—¿Qué te pareció eso eh? .—Dijo con una sonrisa enorgullecida, mientras inflaba el pecho como un gallo de pelea.

—E-eso fue...—Trataba de hablar la pecosa mientras trataba de recuperar la respiración.

—¿Ya te cansaste? De verdad que no soportas nada. —Se burló.

//Bleh//

Katsuki logró ver como la pecosa terminó vomitando, no le hubiera dado importancia de no haber visto como todo lo que salía de su boca era un líquido negro como el alquitrán y varias gotas de sangre, aunque éstas apenas se pudieran ver por ese líquido negro.

[Vɪᴀᴊᴇ ᴀ ᴛʀᴀᴠᴇ́s ᴅᴇʟ ᴛɪᴇᴍᴘᴏ] ʙɴʜᴀ TᴏᴅᴏʙᴀᴋᴜDonde viven las historias. Descúbrelo ahora