OneShot

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La cocina huele a mantequilla cuando MinGyu entra a revisar los panecillos que están en el horno, se ven esponjosos a través del cristal y solo hace falta que abra la puerta para que el vapor escape e inunde el resto de la casa con el delicioso aroma.

Se toma su tiempo para sacarlos con cuidado, su mano temblorosa batallando con la charola pero sonríe cuando logra dejarlos sobre la rejilla para que estos se enfríen.

Cuando regresa a la sala de estar, WonWoo sigue justo donde lo dejó. En aquel sofá que se había vuelto su favorito para leer gracias a la luz natural que se filtra por la ventana y que ilumina su perfil concentrado en las páginas de la nueva novela que tiene entre manos.

Sus lentes caen por el puente de su nariz y entre todas las arrugas en su frente, puede distinguir aquellas que son culpa de la trama que lo tienen completamente absorto.

MinGyu se que queda parado en la puerta de la cocina, observando al hombre que ha amado toda su vida y luego echa un vistazo a todas las fotografías que descansan en la repisa.

A penas alcanza a ver a esa distancia pero las ha contemplado tantas veces que solo necesita cerrar los ojos para recuperarlas de su memoria.

Están las fotos de sus hijos cuando eran tan solo unos niños y tenían muy poco tiempo de haberlos recibido en su hogar, en ese entonces ellos eran unos extraños para los chicos, que habían pasado toda su vida de un  orfanato a otro, sin ninguna familia dispuesta a adoptar a ambos hermanos.

Pero a medida que avanzan en los diferentes portaretratos, pueden verse incluidos en las fotografías. Las primeras sólo están parados junto a ellos, no hay más contacto que un ligero toque en los hombros o tomados de las manos a una distancia prudente, evitando incomodar a los niños. Y a medida que se vuelven mayores y las sonrisas crecen, pueden encontrar que también lo hacen los abrazos, las miradas de afecto y la intimidad que comparten entre ellos cuando comienzan a volverse una familia.

Los nietos llegan con el tiempo y WonWoo está llorando sosteniendo a una pequeña bebé en sus brazos, su hija al fondo con una sonrisa que está al borde de convertirse en lágrimas y MinGyu se recuerda a sí mismo burlándose de ellos mientras tomaba la fotografía, a pesar de que él fue el primero en rendirse ante lo lleno que se sentía su corazón en ese momento.

Ahora los nietos ya son más grandes, y agradece con toda su alma que sus hijos les hayan educado tan bien. Son tan atentos, ruidosos cuando se trata de pasar el tiempo pero siempre les están preguntando si necesitan algo o si quieren que les acerquen un vaso con agua o alguna de las tantas pastillas que deben tomar a lo largo del día.

WonWoo se siente observado y separa la vista de su libro para encontrarse con la mirada de MinGyu sobre él, le ofrece una sonrisa suave y una mirada curiosa de vuelta cuando el moreno se queda en silencio.

— ¿Qué pasa? ¿No salieron bien los panecillos? —WonWoo ladea su cabeza solo un poco y MinGyu no cree posible que después de verlo una infinidad de veces siga cayendo por un gesto tan pequeño como ese—

— Están perfectos —Le asegura MinGyu, caminando hacia el nuevo equipo de sonido que le trajo su hijo YunHo, le tomó un rato aprender a usarlo pero después de probar un par de botones, la música comienza a salir de los parlantes en una balada tranquila— Ven aquí.

— ¿En serio? ¿En nuestra sala de estar? —pregunta incrédulo aunque a esas alturas sabe que puede esperar cualquier cosa de su MinGyu—

— No importa el lugar mientras sea contigo —

Le tiende la mano a WonWoo cuando se para frente a él, puede encontrar el sonrojo en sus mejillas y la forma en la que se avergüenza recargandose un poco en el respaldo del asiento tratando de negarse cuando en realidad, ya está colocando el separador entre las páginas para dejar su libro a un lado.

Golden Wedding [Meanie O.S] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora