in another life

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No se suponía que las cosas llegaran a ese punto. Se suponía que buscarían la solución a su problema juntos.

Pero no.

El le mintió, actuó sin comentarle nada, otra vez.

Incluso ahora, Aoi, su mejor amiga estaba muerta.

Quería creer que todo aquello era una broma, pero ahí estaba el, desapareciendo en pequeños trozos de cristal poco a poco.

—Ha-hanako-kun... ¿Porqué...?—ella ya estaba llorando, las dos personas más importantes para ella, ya no estarían más allí.

—Por que te amo, y quiero que sigas con vida. Créeme que, no quería utilizar a tu amiga, pero era la oportunidad que se presentó, tu morirías como sacrificio.—le dijo sonriéndole levemente con la mirada oscurecida, como si ya no tuviera emociones.

—¿Qué...? No... yo no quería esto. Aoi, ella no... yo quería vivir en un mundo en el que ambos estuvieran y fueran reales... pero... ahora...—su corazón se estaba quebrando lentamente, haciéndose trizas.

—Tranquila, algún día nos olvidarás a ambos... incluso si no es ahora, en algún momento ya no nos recordarás.—Yashiro alzó la mano enojada, quería golpearlo presa de la rabia e impotencia, pero simplemente no podía, su mano flaqueó y lo único que pudo hacer fué aferrarse a el.

—P-por favor, no me dejes...—le rogó con la voz desgarrada.—Te amo, no me hagas esto por favor.

Hanako abrió la boca, pero por el momento las reprimió, pues sabía que si abría la joca inmediatamente, rompería a llorar, apretó los ojos con fuerza, reprimiendo el profundo dolor de, tener que alejarse de ella y la atrajo una vez más, le dio un último beso que les fragmentó el alma en millones de pedazos, sus labios se fundieron, entregándose completamente a la persona amada, un suave toque, un beso tan dolorosamente amoroso, que llegó a su final cuando la joven ya no podía más y la abrazó con todas sus fuerzas.

—Yo también, deseaba vivir contigo, Yashiro.—dijo el castaño dolido.—Tal vez, en otra vida.—le escuchó decir, antes de verlo desaparecer, completamente shokeada ante esa última confesión y todo lo anterior, Nene cayó de rodillas en el piso.

Su corazón acababa de romperse.

—¿Por qué...?—susurró débilmente.—¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por qué!?—estalló finalmente, comenzando a soltar lastimeros gritos y sollozos, fácilmente si seguía así podría quedar sin voz un tiempo.—¡Aaaaaaah! ¡idiota!

Y es que, a pesar de haberle prometido a su amada que solucionarían aquel problema juntos, prefirió salvarla, sabía que le dolería al principio, pero podría cumplir las cosas que ella siempre soñó, y el, estaría feliz, debido a que pudo salvarla, salvó a la única mujer a la que ha amado en toda su vida y muerte.











Las lágrimas caían lentamente de los ojos del rubio, viendo como su querido amigo desaparecía en trocitos frente a el.

—M-mitsuba...—susurró confundido.

—Creo, que es el adiós.—le sonrió con pena.

—¿Q-qué dices...? No puede ser el adiós...—le dijo ya más desesperado, lanzándose a abrazarlo y aferrarse a el buscando así evitar que se siguiera destrozando.

Ser felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora