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—Qué tal, preciosa— me apoyo en la taquilla adosada a la de Michelle, ella no escatima en su respuesta, pone los ojos en blanco con suma exageración ante mi comparecencia no deseada. Pese a su reacción, me animo a dedicarle la sonrisa más jovial que alcanzo a componer. Mis dientes blancos debieron destellar en el proceso—. Me estaba preguntando si te apetecía ir conmigo al cine. Solos, será una cita inolvidable.

—Já— chistó—. No hacías eso ni cuando éramos pareja, ¿por qué de repente decides que es buena idea?

—¿Para hacer las paces?— su rostro se desfigura en una fea mueca. Michelle se vuelve predispuesta a desaparecer de mi vista. Un arrebato de indecisión se apodera de mí, por lo que antes de preguntarme si es lo más sensato, termino posando mi mano encima de su hombro—. ¿Te gusta Bright? ¿Es por eso? ¿Qué tiene él que yo no?— soy consciente de que debo sonar como un niño haciendo berrinche, ¡pero eso es lo de menos! Quiero respuestas, no puedo dejar que mi fama disminuya aún más por culpa de ese tonto con ojos almendrados...y labios carnosos...y altura descomunal. Bueno, sí, eso, en definitiva, por ese tonto.

Los ojos celestes de quién fue mi pareja  me estudian con detención, permitiendo que en su rostro apareciera un deje de crispación. Termina por sonreírme con ironía mientras que sus dedos largos se pasan por su cabellera ondulada.

—Para empezar, un cerebro. Eres tan inmaduro e imbécil. Ni siquiera te gusto, no te importó tratarme bien cuando éramos pareja, y ahora que me he cansado, me quieres de vuelta.  Eres como un niño de seis años que le han quitado el chupete y ya no lo aguanto. Me largo, ten un buen día, o no, me da igual— aquellas palabras son escupidas con veneno. Mi pecho se retuerce en una sensación de malestar. No sé la razón exacta de mi reacción, pero, desde luego, Michelle hablaba en serio.

Y aunque yo no lo supe ver en su momento, tal vez tenía razón.

Michelle se alejó de mí, soltando un suspiro, exasperada.

—¿Y esa cara?— en cuanto me quise dar cuenta, el pasillo se ha quedado desierto, siendo esa voz y yo los únicos presentes. Bright alza la mano en mi dirección y de seguido chasquea los dedos, logrando que parpadee molesto y algo desubicado.

—No te importa— digo tajante. Lo último que necesito es que se apareciese don perfecto a importunar mi ánimo, más de lo que lo está para variar.

—Tranquílizate, tío. He preguntado por cortesía, pareces algo ido. Además, vi lo de Michelle— Da igual como lo vea, no es agradable que Bright, el supuesto nuevo interés de mi ex, me notifique que está al tanto de mi altercado con ella—. Pero no le des muchas vueltas. Si no te quiere. No es el fin del mundo.

—Para ti es fácil decirlo, siempre te ves bien y las chicas se mueren por tus huesos.

—A mi no me interesa eso.

—Claro— bufo con desgana—. Tan trillado, el popular con falsa modestia.

Bright dirige su dedo índice a la nariz, rasgándose la zona con inercia mientras que por sus labios surca una sonrisa vacilona.

—Vuelvo a repetirlo. A mí no me interesan las chicas del instituto, pero, por otro lado, cuando quieras me puedes decir de ir a jugar unas canastas juntos— sus ojos intensos como el carbón me recorren de pies a cabeza, por consecuencia un escalofrío se apodera de mi espina dorsal—. Será mejor que entres a clase. No te conviene perder horas de matemáticas con lo mal que vas.

¿A que venía eso? ¡¿Y cómo sabe que voy tan mal en matemáticas?!

¡Tú eres un bom bom! | BrightwinWhere stories live. Discover now