ocho

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Miércoles 15 de Enero de 2020.

Era mi cumpleaños y nuestro último día de vacaciones. Nos íbamos de México a la tarde, el hotel debíamos dejarlo a las once de la mañana y nuestro vuelo a Argentina partía a las ocho de la noche por lo tanto teníamos que estar en el aeropuerto a eso de las cuatro más o menos. Así que sí, efectivamente pasaría mi cumpleaños en un aeropuerto o arriba de una avión. 

Me sobresalté porque algo cayó sobre mi cara, era una almohada; resulta ser que mis amigas les pareció buena idea despertarme así: con almohadones. 

- Que los cumplas feliz, que los cumplas feliz, que los cumplas valentinaaaa, que los cumplas feliz. - cantaron las tres al mismo tiempo y luego se tiraron encima mío. 

- Gracias - dije riendo. - Las quiero. 

- Espero que te haya gustado nuestro saludo, fue re original viste. - dijo Mía. 

- Sí, ya sé que fue tu idea. - afirmé. 

- Bueno tenía que vengarme por hacerme levantar a las ocho de la mañana para irnos. - se encogió de hombros. 

- Y también te trajimos el desayuno. - dijo Pilar. - Pero eso no fue idea de ella. - reímos. 

- Hey, no me difames. 

- Bueno, vengan desayunemos así nos empezamos a preparar. 

Nos sentamos las cuatro en la misma cama con la bandeja del desayuno en el medio y nos pusimos a desayunar juntas, entre charlas y carcajadas. 

- No les parece loquísimo que ya hayamos llegado al último día, me parece ayer cuando llegamos. - dijo Pilar. 

- Totalmente, y todas las cosas que pasamos. - agregó Mía. 

- Más allá de lo malo que haya pasado me encantó este viaje y poder compartirlo con ustedes, ojalá lo podamos repetir pero en otro destino. - dije. 

- Concuerdo. - agregó Juana. - Me encantó y esperemos que sea el primero de muchos. 

- De eso ni dudarlo. 

- Y por favor all inclusive. - dijo Mía y reímos. 

Parecía una locura que hacía quince días atrás estábamos llegando a este hotel por primera vez para conocer este lugar tan maravilloso, y hoy quince días después estábamos sentadas en una misma cama a punto de empezar a armar las valijas para volvernos a Buenos Aires. 

Si me ponía a pensar en todas las cosas que habían pasado o sí me hubieran dicho lo que iba a pasar me hubiera reído, me parece increíble. 

Terminamos de desayunar y nos pusimos a armar las valijas para no olvidarnos nada. Obviamente la que más cosas tenía era Mía, se tomó muy literal eso de "el único límite es el de la tarjeta de crédito", todas habíamos comprado cosas pero ella muchas más. En este proceso de acomodar cosas me llamaron por teléfono mi mamá y mi hermana quienes me desearon un feliz cumpleaños, sin olvidarse de decirme que no me olvide de llevarte tal y tal cosa, me reí porque sabía que lo harían y las amaba por eso. 

- Chicas, esta remera de quién es. - pregunté, porque tenía cosas en mi valija que claramente no eran mías. 

- Es mía. - dijo Juana. - ¿Qué hace ahí? 

- No sé amiga, si no sabes vos. 

- Chicas, no cierra la valija. - se quejó Mía. 

- ¿Cómo que no Mía? - preguntó Pilar. - O sea amiga tenes dos valijas y no cierra ninguna. 

AMOR DE VERANO | MICHAENTINAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant