Vierundzwanzig

494 68 46
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Cálmate Mayer, sólo estábamos hablando —alegó Morgan, parándose de la cama

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Cálmate Mayer, sólo estábamos hablando —alegó Morgan, parándose de la cama.

—Tú no te metas, el problema es entre mi novia y yo —David se hizo a un lado, evadiendo cualquier cosa que le dijeran.

—Mi amor, tranquilízate por un segundo —Me encaminé a él.

—¡NO! Anda Alexandra, ¡dilo! ¡Sólo admite que me andas engañando! —Sus puños estaban temblando del enojo.

—¿Qué tal, eh? Hace unos días diciendo que Alex era única, y al otro culpándola de cosas que ya quedaron en el pasado... Ya sabes lo que dicen Lex, si alguien se pone de ese modo, pensando que lo engañan, es porque él ya lo hizo y tiene miedo de que le hagan lo mismo.

Esas simples palabras me hicieron abrir los ojos, pero no en forma retórica, sino en verdad. No podría ser..., bueno ¿qué esperaba de un chico que engaño a su novia de años conmigo?

Miré a David, quien estaba colorado, todavía enojado y con los puños temblándole de la ira contenida. Morgan sólo estaba ahí, viéndole como diciendo que ya lo había atrapado.

—Tú no te metas, aquí esto es entre mi novia y yo. ¿Qué es eso de que se han besado ustedes dos? ¡Eh Alex!

—Yo me meto en donde quiero, y más porque se trata de ella.

—No te tolero, y aún así no te he golpeado porque sé que eres importante para Lex, pero ahora ya sé porque tanto afecto. —Dejó de sostenerle la mirada a Morgan y la llevó hacia mí—. ¿Lo vas a elegir a él?

—Y si me elige, ¿qué? ¿Hay algún problema con que se quede conmigo y la trate mejor de lo que tu lo haces? —dijo Morgan, dándole un pequeño empujón a mi novio.

—Largo de aquí Humphrey —le retó él, devolviéndole el empujón un poco más fuerte.

Ambos empezaron a golpearse en un arrebato de ira y desesperación.

—¡Basta! ¡Basta! —Con mucho cuidado de que no me llegara un golpe, los pude separar un poco antes de que llegara mi padre a la habitación, quien ya estaba subiendo por las escaleras.

ROMPECORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora