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Quinto capítulo: Han y su estúpida presencia

Después de un incómodo viaje, aterrizaron en Dagobah. Han te dijo que era hora de bajar, solo te acomodaste el pelo y fingiste no escucharlo, aunque fue muy obvio que sí. Bajaste con una mueca de indignación, pero si algo aprendiste con Ben fue sobre la seguridad en ti mismo, y en este momento lo creíste necesario, debías usar eso; nadie rechaza a Luke Skywalker, mucho menos un caza recompensas mediocre. Sí, eso es.
Estabas tan ocupado ignorando las palabras de Solo que no te percataste cuando se alejaron suficiente del Halcón. Dejaste tu irritante humor -según Han- de lado para ver en todas direcciones. Genial, estaban perdidos.
Suspiraste en frustración y te obligaste a ver a Han, que parecía que apenas se había percatado igual de su extravío. No necesitaron intercambiar palabras, tampoco lo deseaban; sólo seguirían y seguirían... hasta encontrar algo, tal vez. La voz del piloto pidiéndote que le repitieras qué hacían ahí resonó clara debido al silencio. Te pareció muy obvio su intento de sacarte las palabras que antes no había logrado. También te pareció muy tonto, puesto que después de salvarte no paraba de tomarte el pelo con lo mucho que repetías "Dagobah, Yoda, Ben", además de tomarse la libertad de agregar otras frases como "Han es tan guapo" en tu sentencia interminable. Aún después de todo eso sinceramente te cansaste de ignorarle. Le contestaste cortante que necesitabas encontrar a alguien.

          —A alguien encontraste, yo diría.

Tomaste el blaster del cinturón del castaño por instinto -y miedo- para apuntarlo al responsable de hacerte sobresaltar. Era un pequeño ser verde, de grandes orejas. Preguntaste su nombre con voz varonil, según tú. El pequeño solo se cubrió con ambas manos.

          —El arma baja, daño no les haré.

Le devolviste el blaster a Solo, algo desconfiado, empero poco te tomó darte cuenta de lo indefenso y torpe que parecía aquel amigo, así que bajaste la guardia. Inevitablemente terminaron en su casa; el pequeño llamó tu atención, pues mencionó despreocupadamente que te ayudaría a buscar a Yoda.
Era tan hablador que no podías dejar de pensar en sellarle la boca con aquel engrudo asqueroso que les había ofrecido, pero eres muy educado para hacer eso -agregando que querías información-. Han en cambio parecía querer arrancarse las orejas, se miraba igual de hastiado que tú, además de rechazar la comida del verde ser permaneció callado todo el rato. Al parecer era su momento de indignación, imaginaste que él no quería estar aquí y te sentiste culpable por un momento.
Fuiste ignorante de cómo las horas pasaron, terminando con una manta cubriendo tus hombros al igual que el castaño, con los ronquidos de tu nuevo amiguito resonando en la casita.
Miraste al rededor, te removiste en tu lugar, te recolocaste la sábana; un pedazo de tu flequillo se interpuso en tu vista, lo pusiste en su lugar no sin antes jugar un poco con el. Sí, te aburrías terriblemente. Sabías que no estabas en una salida de fin de semana, sin embargo lo menos que tenías era sueño y te negabas rotundamente a dirigirle la palabra al idiota de al lado.
Sin poder evitarlo dirigiste tus ojos a su persona mientras le dedicabas un pensamiento, lo atrapaste haciendo lo mismo. Tu cabeza se volteó tan rápido como aquel choque de miradas, no querías verlo, no sabes ni porqué volteaste, empero tu mente te jugaba mal diciéndote la respuesta, así que no pudiste prevenir como tu cara se puso muy caliente; seguro estabas rojísimo.

          —Luke.

La voz del más alto te hizo sobresaltar. ¿Te estaba hablando? ¡No! ¿Por qué? No querías hablar con él y no lo quieres ahora ¿cómo se atrevía a dirigirte la palabra?
Sin quererlo entrarse en pánico, en tu cabeza se repetía un "cálmate" constante, pronto lograste regular tu respiración. Rogaste por qué el contrario no se diera cuenta de cómo te hacía perder el control.

          —Luke —volvió a llamarte—. Hace rato-

          —No —le cortaste. No, no, no. No querías escuchar una torpe disculpa. Te rechazó y no había vuelta atrás. Bye, ya fue. Al menos eso te decías para convencerte de que ese piloto no valía la pena.